Lo que Juan Espadas había barajado como mera advertencia, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis lo ha convertido en un ultimátum.

Para el secretario general de los socialistas andaluces, el acuerdo presupuestario con el Ejecutivo de PP y Cs será más difícil -no imposible- de alcanzar si el 31 de octubre despide a 8.000 de los 20.000 sanitarios contratados con fondos del Gobierno central como refuerzo contra la pandemia.

En cambio, para el secretario de Política Municipal de la Ejecutiva Federal del PSOE, esos despidos hacen inviable el pacto presupuestario: son, dijo Gómez de Celis, “una condición sine qua non para poder llegar a cualquier tipo de gran acuerdo en Andalucía”.

Mientras, el Gobierno andaluz repite una y otra vez con la voz más alta posible que esos 20.000 sanitarios fueron contratados con fondos extraordinarios del Gobierno de España para hacer frente al Covid; si Espadas quiere que no haya despidos, solo tiene que pedirle a Pedro Sánchez que mantenga tales fondos en 2022.

De algún modo, San Telmo es un poco víctima de su estrategia descaradamente ventajista, pues desde que estalló la pandemia nunca dejó de presumir de lo mucho que había reforzado la sanidad pública, aunque sin mencionar nunca que tal refuerzo era posible porque el Estado, y no la Junta, pagaba la factura. Ahora que llegan tiempos de vacas flacas se apresura, en cambio, a culpar al Gobierno de la desnutrición de las reses.

En la dirección socialista andaluza sorprendió la contundencia poco matizada de Celis en un asunto en el que Espadas ha procurado medir muy bien sus palabras, criticando unos recortes laborales que han puesto en pie de guerra a los sindicatos sanitarios, pero sin otorgar al hachazo el estatuto de línea roja que haría imposible el sí o la abstención a los Presupuestos andaluces de 2022, cuya aprobación queda ya en manos del PSOE porque Vox parece haberse retirado de la mesa de juego.

El espíritu y la literalidad de las palabras de Celis, ayer en la Feria del Libro de Sevilla, dejaban poco margen de discrecionalidad a Espadas: "Los socialistas no vamos a estar apoyando un acuerdo con el Presupuesto si va haber un solo despido en la sanidad; el Gobierno de Andalucía ha dinamitado la base fundamental de los pilares del Estado del Bienestar, que es la sanidad pública, con el despido de 8.000 trabajadores sanitarios, que son los que nos han sacado de la pandemia, pues ellos y las vacunas nos han salvado de la pandemia".

Gómez de Celis añadió también que Espadas tiene “el cien por cien de autonomía” para negociar y que las conversaciones siguen “abiertas”, pero el daño ya estaba hecho. Las palabras que se dicen y se graban, quedan dichas y grabadas... y a disposición de los adversarios de dentro y de fuera.

No es probable que Celis pretendiera deliberadamente enmendarle la plana al secretario general del PSOE andaluz, sobre todo porque, muy inoportunamente, sus palabras echaban sal en la herida que el PP intenta mantener abierta en las carnes de Espadas: que este está a las órdenes de Ferraz y es solo un peón de Pedro Sánchez sin voluntad ni autonomía propias.

Seguramente a Celis se le calentó la boca y dijo lo que no debía decir. Lo que algunos han querido interpretar como conspiración sería simplemente chapuza. Al fin y al cabo, Ferraz es la instancia menos interesada en echar fuego a la hoguera del adelanto electoral, que con toda probabilidad tendría lugar en Andalucía si el presidente Juan Manuel Moreno no consigue aprobar las cuentas de 2022.

Aun así, sus palabras son síntoma de la resistencia sorda de buena parte de las bases socialistas a que su partido dé oxígeno político a la derecha facilitándole los últimos Presupuestos de la legislatura tras la espantada de Vox. El espectro del 'no es no' se toma su venganza. Desde el círculo de Espadas se sostiene que no es la opción ideal pero sí la menos mala. Algo así como tener que elegir entre susto o muerte.