Es solo cuestión de tiempo. Todos los observadores coinciden, y ni el propio interesado ni Ferraz lo niegan, en que el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, está decidido a competir en primarias contra Susana Díaz por la candidatura socialista a la Presidencia de la Junta de Andalucía.

El precandidato dio ayer un paso más en esa cautelosa carrera al reunirse en Jaén con el presidente de la Diputación y secretario general del partido, Francisco Reyes, promotor de la idea de adelantar el calendario de las primarias, inicialmente previstas para finales de año, después de celebrarse el congreso federal del PSOE programado para octubre. El cambio tendría que aprobarlo el Comité Federal del partido, y así lo hará sin contratiempo alguno si Pedro Sánchez da su nihil obstat.

Según la versión oficial, el desplazamiento de Espadas a Jaén tenía mimbres puramente institucionales y en el encuentro que mantuvo con el presidente de la Diputación abordaron, según la web de la corporación provincial, “asuntos importantes como la participación de las entidades locales en los fondos de recuperación europeos”.

Las versiones no oficiales coinciden, en cambio, en que la visita de Espadas sella y da visibilidad a una alianza orgánica de ambos dirigentes que contaría con el respaldo tácito de Pedro Sánchez y la colaboración sigilosa de la fontanería mayor de Ferraz.

En Jaén, Espadas se pronunció públicamente por primera vez a favor del adelantamiento de la consulta a las bases, una modificación del calendario que no había que “dramatizar”, aunque el argumento del alcalde y de los partidarios de acelerar los tiempos orgánicos no es demasiado consistente: hay que anticiparse –sostienen– porque debemos estar preparados ante un posible adelanto electoral en Andalucía.

Sin embargo, el clima político andaluz y la solidez del bloque parlamentario que sostiene al Gobierno de Juan Manuel Moreno desmienten que entre los planes del presidente esté interrumpir una legislatura que está siendo políticamente mucho más plácida de lo que los estrategas de Génova y San Fernando habían temido.

Quienes, con Reyes y Espadas a la cabeza, propugnan precipitar los plazos no estarían tanto espoleados por el temor a un adelanto electoral que pillaría al partido con el pie cambiado como convencidos de la urgencia de provocar una cascada o al menos un goteo de adhesiones lo bastante generalizado como para que Díaz arroje la toalla y desista de acudir a unas primarias que tendría perdidas.

A fin de cuentas, en materia de primarias, los socialistas modificaron sus estatutos para poder celebrarlas pero no su convicción de que las mejores primarias son las que no se celebran. Ninguno de ellos olvida la devastación orgánica y emocional que dejaron a su paso las primarias que enfrentaron a Sánchez y Díaz: auténtica guerra civil cuyos combatientes eran estigmatizados por uno u otro bando como la ‘Mala Díaz contra San Pedro Bendito’ o ‘Santa Susana contra el Bellaco Sánchez’.

Por ahora, Díaz es un roca. No piensa renunciar: cree haberse ganado sobradamente el derecho a intentar un nuevo mandato que le permita la recuperación del poder institucional perdido tras 37 años de gobiernos socialistas. Parece improbable que consiga una cosa y la otra, pero la singularidad del ‘caso Sánchez’ engorda sus esperanzas, pues no en vano al secretario general todo el mundo lo daba como perdedor en las primarias de 2017, pero luego venció con holgura a Díaz y hoy es presidente del Gobierno de España.

Por ahora, están siendo muchos los dirigentes locales favorables a adelantar el calendario de primarias, que Díaz y los suyos rechazan, y ello a pesar de que los tiempos son tan volátiles que es difícil saber quiénes acabarían siendo los beneficiados y quiénes los damnificados de una aceleración de los plazos previstos.

¿El goteo de adhesiones al tándem Espadas/Reyes augura su victoria? Podría ser, pero "quienes deciden son los militantes y solo ellos", recuerdan –o se consuelan– en San vicente