Si habíamos quedado en que lo de los aforamientos era una excusa de Ciudadanos –o de Ciudadanos y el PSOE– para adelantar las elecciones andaluzas, ¿cómo es posible que la propuesta de Pedro Sánchez de eliminarlos pueda desacreditar un relato que todos consideraban puro cuento y, por tanto, desacreditado desde el momento mismo de nacer?

Si nadie, ni desde el periodismo ni desde la política, había considerado que la súbita exigencia de Ciudadanos y la inequívoca negativa del PSOE andaluz a suprimir los aforamientos fueran motivo ni suficiente ni necesario para justificar un adelanto electoral, ¿cómo sostener ahora que la –no menos súbita– iniciativa de Sánchez dinamita algo que habíamos convenido que era humo y nada más que humo?

La factoría de Moncloa

A su vez, el diagnóstico sobre la iniciativa del presidente ha sido, por lo demás, bastante unánime: la sorpresiva propuesta de reforma exprés de la Constitución para suprimir parcialmente los aforamientos tiene más de golpe de efecto propagandístico que de iniciativa franca, sin dobleces y con vocación de llegar a convertirse en realidad.

Estaríamos ante un nuevo conejo salido de la chistera presidencial. La Factoría Conejos Sánchez no descansa. 7/24. Impotente para cambiar las cosas que realmente influyen en la vida de la gente, el Gobierno suple con humo de alta calidad su falta de apoyos parlamentarios para cambiar la realidad. Contra la aritmética, imaginación.

El tajo de Díaz

El adelanto andaluz es un buque navegando con el piloto automático y a velocidad de crucero con destino al último domingo de noviembre o el primero de diciembre. ¿Podría la presidenta Susana Díaz apurar un poco más y posponer la convocatoria hasta enero o febrero? Es poco probable: para ello sería preciso, por ejemplo, que la oposición le aprobara la semana que viene al Gobierno las tres leyes que éste llevará al Parlamento: Igualdad, Cambio Climático y Audiovisual.

No parece probable que PP, Podemos o Ciudadanos le hagan tan espléndido regalo al PSOE en el tramo final de la legislatura, y eso que, de hacérselo, dejarían a Susana Díaz sin un motivo creíble para ese adelanto que todos dicen no desear, puesto que la ruptura del pacto de investidura por Ciudadanos no habría desembocado en el bloqueo parlamentario del Gobierno.

Recuérdese la insistencia de Díaz en este argumento, verbalizado por última vez hace dos días en Castillo de Locubín: su Gobierno “seguirá en el tajo” mientras haya estabilidad. Y añadía: "Tenemos un presupuesto en vigor hasta el 31 de diciembre que se está ejecutando".

La película de Rivera

Las razones oficiales por las que la nave Adelanto Electoral se echó a la mar hace un par de semanas se van volviendo más irrelevantes a medida que pasan los días y queda atrás el momento y el lugar desde el que zarpó: el momento exacto fue el viernes 7 de septiembre y el lugar preciso fue la ciudad Málaga. Aquel día y en aquel lugar Ciudadanos anunció solemnemente que daba por roto el acuerdo de investidura por el que tres años y medio atrás hizo presidenta de la Junta de Andalucía a Susana Díaz Pacheco.

Intentó culpar al PSOE de la ruptura, pero no tuvo demasiado éxito: la oposición en bloque y la mayoría de observadores coincidieron en que ambos partidos habían escenificado un desacuerdo que en realidad no existía porque a ambos les convenía el adelanto. ¿Lo escenificaron realmente? Solo ellos lo saben, pero puede que no lo hicieran explícitamente porque ni siquiera hacía falta, como esas parejas a las que les basta cruzar una mirada de inteligencia para tomar una decisión importante sin necesidad de palabras.

Se diría que ha sido Albert Rivera y no su hombre en Andalucía Juan Marín ni tampoco la propia Susana Díaz quien ha querido precipitar el calendario electoral andaluz para propiciar que en los vistosos escenarios del sur se preestrene la película cuyo guion lleva meses escribiendo y que lleva por título ‘Sorpasso en la derecha española’.

Los motivos de Sánchez

Mientras tanto, no faltan observadores, en Andalucía pero también en Madrid, que, entre los motivos de Sánchez para haberse sacado de la chistera el conejo de los aforamientos, incluyen el de meter el dedo en el ojo de Susana Díaz. Los otros motivos –robarle la cartera a Ciudadanos, dejar atrás la embarazosa pantalla de su plagio doctoral y poner en aprietos al ‘aforado Casado’– son perfectamente verosímiles, pero no así el referido a la presidenta andaluza. Como motivo es demasiado rebuscado, su eficacia más que dudosa y su propósito nada claro: ¿para desmontarle a Susana el relato del adelanto electoral? ¿Y qué gana con ello Pedro? ¿Dañar las expectativas electorales del principal granero de votos socialistas?

Como dirían los partidarios de la navaja de Ockam, los motivos de Sánchez referidos a Ciudadanos, a Casado y a sí mismo explican sobradamente una decisión que no necesita que se le añada el extemporáneo motivo andaluz para resultar creíble o justificada.