Podemos Andalucía puede acabar pagando un significativo precio electoral por los errores de otros. En una comunidad donde el sentimiento antiindependentista en general o, ya puestos, anticalatán en particular es muy acentuado, a la dirección regional de Podemos le resulta muy difícil que sus posiciones genéricas a favor de la autodeterminación de los pueblos de España no le pasen factura en un momento en que el intento de ejercitar ese derecho en Cataluña está provocando fuertes tensiones de todo tipo a un lado y otro del Ebro.

Las encuestas

Aunque no hay encuestas demasiado recientes, las publicadas hasta mediados de 2017 mejoraban los resultados obtenidos por Podemos Andalucía en las autonómicas de 2015, cuando sumó 15 diputados y casi un 15 por ciento de los votos.

El sondeo Egopa, de la Universidad de Granada, de enero de 2017 le otorgaba un 17 por ciento al partido que dirige Rodríguez, aunque una nueva encuesta seis meses después, realizada por Celeste-tel, rebajaba las expectativas de principios de año.

Las encuestas recientes a nivel nacional sí apuntan con claridad un descenso de la marca Podemos en las preferencias de los votantes: un descenso que los analistas vinculan a su gestión de la crisis catalana. Es altamente probable que ese descenso general tenga también su reflejo en Andalucía, donde Podemos tiene más que perder que en otros territorios al ser la tercera fuerza política.

Cuidado con la DUI

Ni siquiera la defensa de un referéndum pactado en Cataluña, que viene a ser el eje principal del programa de los Comunes, ha conseguido despejar las sospechas de que la marca catalana de Podemos está mucho más cerca de los independentistas que de los constitucionalistas.

Baste recordar la fulminante reacción de Teresa Rodríguez al comunicado de Anticapitalistas del 29 de octubre apoyando la República Catalana y la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

Apenas media hora después, Podemos Andalucía emitía un comunicado oficial aunque firmado únicamente por Teresa Rodríguez y el alcalde de Cádiz, José María González ‘Kichi’, para dejar claro que se “desmarcaban” de la posición oficial de Anticapitalistas, corriente interna en la que se encuadran ambos dirigentes.

Una balsa de aceite

Para Podemos Andalucía 2017 no estaba siendo un mal año, con una actividad parlamentaria sostenida y no exenta de interés, y ahí están sus iniciativas exigiendo mejoras salariales para los trabajadores de subcontratas de la Junta de Andalucía, introduciendo enmiendas importantes en la Ley de Memoria Democrática o apuntalando legislativamente los derechos LGTBI.

Por lo demás, internamente la formación andaluza es una balsa de aceite, sobre todo en comparación con las fuertes tensiones vividas por la organización en comunidades políticamente muy importantes también como Madrid o Cataluña. Ha habido roces con la dirección federal, que seguramente se acentuarán cuando haya que elaborar las listas electorales para las municipales de 2019, pero tales roces nunca han llegado a generar contradicciones orgánicas insalvables.

Un problema de la izquierda

Todo iba, pues, moderadamente bien para Teresa Rodríguez hasta que se cruzó en su camino el desafío de Cataluña con toda su envergadura sin que la dirección nacional del partido morado mostrara una posición firme e inequívoca en defensa de la legalidad constitucional, más allá de la voluntad política de modificar dicha legalidad.

Obviamente, no es solo Podemos quien tiene dificultades para gestionar sin riesgos la endiablada cuestión territorial. Le sucede, en realidad, a toda la izquierda, como lo prueba el hecho de que, además del propio Pablo Iglesias, tanto el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, como el secretario general socialista, Pedro Sánchez, hayan apostado por un perfil lo más discreto posible, con muy contadas comparecencias públicas.

Si ya Podemos fracasó en las generales de 2016 para atraer a los votantes de Izquierda Unida, en la siguiente cita con las urnas ese fracaso puede repetirse y aun agravarse si el discurso de Iglesias sobre Cataluña no deja atrás la ambigüedad y la alcaldesa Colau sigue reiterando sus guiños a las formaciones independentistas.

Los ‘otros catalanes’

Los votantes andaluces en general, y no solo los de izquierdas, son muy sensibles a lo que sucede en Cataluña, donde residen cientos de miles de andaluces de origen que hoy se sienten inseguros –cuando no despreciados– ante la deriva rupturista del nacionalismo catalán. Gran parte de esos votantes residen en el área metropolitana de Barcelona y le han dado mayoritariamente su apoyo a Ciudadanos en las elecciones del pasado 21 de diciembre.

Si los votantes andaluces de Podemos asocian a la marca morada con quienes persiguen una república catalana de la que se sentirían excluidos esos ‘otros catalanes’, Teresa Rodríguez puede tener problemas para repetir el 15 por ciento de sufragios de hace tres años.