Ciudadanos está protagonizando en esta campaña electoral el mayor giro estratégico y discursivo dado por un partido en mucho tiempo en Andalucía: de haber sido el fiable sostén parlamentario del Gobierno socialista durante tres años y medio ha pasado a prometer que bajo ningún concepto volverá a hacer presidenta a Susana Díaz si logra sumar con el PP “un escaño más” que el bloque de izquierdas de PSOE y Adelante Andalucía.

Hasta ahora ninguna encuesta pronostica que el centro derecha vaya a lograr los 55 escaños en que está cifrada la mayoría absoluta del Parlamento andaluz.

Cartas viejas, jugada nueva

El presidente naranja, Albert Rivera, confirmaba este viernes ante los micrófonos de Radio Nacional lo que el presidente regional del partido, Juan Marín, venía insinuando desde hace semanas: "Si hay un solo escaño más de cambio que de continuidad, habrá cambio. Si Ciudadanos consigue una mayoría parlamentaria para que haya una nueva etapa de esperanza, ilusión y ambición en la Junta de Andalucía, nosotros lo vamos a hacer posible". Las cartas, pues, sobre la mesa, si bien con el propósito de ganar la partida del 2 de diciembre con una jugada de signo diametralmente contrario al desplegado en 2015.

Aunque Marín se viene esforzando en justificar la novedosa inquina de su partido hacia el PSOE por haber incumplido éste compromisos de regeneración institucional pactados por ambos partidos en la investidura de Díaz en 2105, la conversión de Ciudadanos a la fe antisocialista está siendo interpretada por la mayoría de observadores como el primer movimiento de una estrategia de más largo alcance orientada a desalojar al PP como primer partido en el espectro conservador.

Redes a estribor

Inspirada por las numerosas encuestas que los sitúan a la par o por delante del PP, la dirección nacional de Cs habría entendido que las andaluzas son la gran oportunidad para avanzar hacia esa meta y de ahí su súbito alejamiento del PSOE, convencida tanto de que en los caladeros socialistas más templados ya no pescará más votos como de que está en condiciones óptimas de esquilmar los populosos bancos de papeletas que se extienden a su derecha.

En esa estrategia de sorpasso al PP el partido de Rivera está encontrando un inesperado aliado en el propio presidente y candidato conservador, Juanma Moreno, que desde primera hora ha venido explicitando su disposición a pactar con Cs para desalojar al PSOE, compromiso que implícitamente incorpora el mensaje de que, como Juan Marín le ha recordado en varias ocasionescon indisimulado, “el PP sale a perder”.

Ante notario

Mientras tanto, el PP parece tener dificultades para dar con el tono exacto de campaña que le permita conservar la mayor parte de los 33 diputados que logró en 2015. Ayer mismo, en Córdoba y con solemnidad algo pueril, Moreno se descolgaba comprometiéndose ante notario a “no prestar los votos que nos den los andaluces el 2-D para que siga gobernando el PSOE del millón de parados”.

No es fácil adivinar cuál sería el propósito último de esa jugada, bastante extravagante si se tiene en cuenta que a nadie se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que el PP pudiera hacer tal cosa. El peregrino contrato notarial de Moreno tendría algo de síntoma –otro más- del desconcierto en que está sumido el PP: importunado por su derecha por el fiero mastín de Vox y acosado por su izquierda por ese galgo corredor que ha resultado ser Ciudadanos.