La derecha nostálgica de la dictadura franquista quiere implantar de nuevo la censura bajo el eufemístico término de pin parental. La batalla la iniciaron contra la Educación para la Ciudadanía del Gobierno socialista de Zapatero con el disfraz de objeción de conciencia que, entonces, todavía estaba de moda. Ahora la censura la quieren extender a la asignatura de Historia con la petición de derogar la ley de Memoria Histórica.

La historia de la censura o de las objeciones de conciencia por motivos religiosos es muy rica en España y en el planeta entero. En la patria hispana hasta la muerte de Franco la censura estaba implantada por defecto en todos los ámbitos: libros, libros de texto, música, cine, televisión y espectáculos de todo tipo. El integrismo religioso de muchos farmacéuticos y farmacéuticas les llevaba a negarse a vender preservativos, píldoras anticonceptivas aunque se llevara receta, y dius. Si en un pueblo con una sola farmacia, ésta era objetora, había que echarse a la carretera hasta encontrar una que no lo fuera.

Luego vino la objeción de conciencia del personal sanitario al aborto y a la píldora del día después y el boicoteo de alcaldes, jueces y concejales a los matrimonios de personas del mismo sexo. Ahora, los mismos que niegan la evidencia de la violencia de género o la homofobia quieren imponer a los hijos su “herencia mental.”

En otros países, los integristas religiosos evangélicos, judíos o musulmanes censuran la enseñanza del evolucionismo, las clases mixtas o la práctica de la gimnasia por las niñas. Los nostálgicos del franquismo añoran los tiempos en que las mujeres estaban tuteladas por su maridos, como hoy lo siguen estando en Arabia Saudí. Más que un pin lo que quieren es una burbuja parental para sus sobreprotegidos hijos, a los que les gustaría educar en su propia casa ajenos a toda influencia externa.

Ahora entiendo por qué la censura española suprimió ya entrados los setenta en una película la frase “no se puede dejar pensar a la gente” puesta en boca de un policía. Están más a gusto con un pensamiento único siempre que sea el suyo.