Aunque Cayetano de Alba no reconoce a Jordi Évole por quién vota, y asegura que ha llegado a asistir a conferencias de Cayo Lara, sí que confesó su simpatía por Durán i Lleida: “Es un gran político, todo lo que dice tiene sentido”. De hecho, según el aristócrata, es una de las personas “que yo siempre escucho porque habla sin demagogias”.

“Pocas ganas de trabajar”
No es de extrañar esta afinidad con el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados. Los ataques del político catalán al campo andaluz durante la campaña electoral es lo que motivó ayer el programa de Salvados, titulado Cosechado subvenciones. De hecho, Cayetano de Alba aseguró que su filosofía “es contraria a los subsidios”. Y achacó a esa ayuda (que ronda los 420 euros al mes para jornaleros desempleados) el que Andalucía esté “a la cola”. Bueno, a eso y a que “en Andalucía hay pocas ganas de trabajar” y a que “los jóvenes andaluces no tienen ganas de progresar”.

Eslóganes fracasados
Eso sí, Cayetano de Alba defiende a capa y espada, sobre todo espada, el que la Unión Europea le conceda 3 millones de euros como subvención por las 25.000 hectáreas que posee por toda España. Según él, de la Casa de Alba viven “250 familias” a las que hay que alimentar. ¿Y si quisieran alimentarse ellos? Según Cayetano, “lo de la tierra para el que la trabaja es un eslogan que está fracasado”. “Algo que queda muy bien, como todas las demagogias. Pero la tierra tiene que ser para el que la saca rendimiento y puede dar puestos de trabajo”, concluyó Cayetano.



Nunca fueron ricos
Oyendo al Conde de Salvatierra, todo son penas para la Casa de Alba: “Nosotros no nos hemos arruinado porque nunca hemos sido ricos”. De hecho, Cayetano llegó a quejarse de que su familia “no tiene liquidez” o de otros avatares, como que España “ha tardado 15 años en reconocer su prestigio” deportivo, “cuando yo ya lo era todo en Europa  y a nivel mundial”.

Vuelta al Medievo
Cayetano no ha entrado nunca en el “retorcimiento” de analizar cómo reunieron sus antepasados el patrimonio que él disfruta. Aunque tampoco parece apesadumbrarle. De hecho, reconoce que le “hubiera encantado vivir en el Medievo” porque en vez de acudir a los tribunales por sus disputas, “yo sacaba mi espada y ‘o tú o yo’. Y fuera, y se acabó”. “Esa es mi mentalidad”, dice el Conde de Salvatierra, “pero desgraciadamente me he tenido que adaptar a los nuevos tiempos”.