Ralph Schürman, primer arquitecto del Palma Arena ha declarado este lunes que el Govern de Matas comenzó a «buscar motivos» para rescindir su contrato después de que éste propusiera una gestión centralizada de algunos suministros. En concreto, Schürmann planteó el sistema alemán, que consideraba más eficiente y «transparente».

En ese momento “acabó todo” y empezaron a cuestionarle su cualificación. Una vez resuelto el contrato, el equipo del arquitecto alemán entregó la documentación a Illesport. Según Schürman, durante la instrucción se le mostraron sus propios planos “con otros nombres debajo” y apunta que los hermanos García Ruíz “pusieron una fachada distinta” a un proyecto que en esencia era el suyo y del que todavía conserva cuatro maquetas.

El arquitecto reclamaba también al Govern, una cantidad mayor de la que finalmente recibió, una cuestión que a día de hoy continúa sin resolver.

Así lo ha expresado durante su testifical en el juicio por las piezas 8 y 9 del Palma Arena, para la que se ha tenido que habilitar una sesión este lunes por la tarde después de que el arquitecto alemán se negara a asistir a la comparecencia de la semana pasada.

Schürmann también ha relatado que el ex director de Deportes del Govern de Jaume Matas le contrató para hacer en dos años un proyecto que, a su juicio, precisaba al menos cuatro.

El arquitecto ha mantenido que el período propuesto de realización era tan escaso que pensó que el Govern no tenía ninguna otra alternativa aparte de la suya. Ha explicado que según los estándares alemanes, solamente para los planos, se necesita un año y medio.

Schürmann, que ha declarado con la asistencia de una intérprete, ha indicado que fue Ballester quien contactó con él por correo electrónico, en 2004, para la construcción del velódromo del Palma Arena para el campeonato del mundo de 2007.

Más tarde, desde el Govern se fueron añadiendo otros proyectos como la pista de pádel o el aparcamiento subterráneo.

Schürmann ha apuntado que solo vio al ex presidente Jaume Matas «dos o tres veces» y que estuvo con él en una reunión que no recuerda si fue en un domicilio particular o un edificio oficial. Solamente recuerda que estaba «cerca de la Catedral».

El arquitecto ha contado que le presentaron a los hermanos García-Ruiz como asesores y que éstos tenían una «relación amistosa» con el ex presidente. De hecho, Schürmann pensó que eran asesores de Matas que querían comprobar que el proyecto se adaptase a Mallorca.

Schürmann ha señalado que tuvo una «recomendación no oficial» por parte de Ballester para integrarlos, quien le habría manifestado que «sería mejor» si estaban en el proyecto, a lo que él no se opuso.

Los García-Ruiz cada vez se fueron implicando más y cuando disolvieron el contrato de Schürmann éstos asumieron el proyecto.

El arquitecto alemán también ha declarado que le dijeron que contratara a Miquel Ángel Verger y a un aparejador, si bien no sabe «para qué».

El primer arquitecto del velódromo también ha explicado que el ex director de Deportes le pidió una rebaja, de entre el 2 y el 10 por ciento, y por escrito le dijo que este descuento era «muy importante».

El trabajo fue «muy complicado» porque una parte del terreno pertenecía a un particular y en otra parte había un monumento que impedía construir. Además, hubo «muchas complicaciones», también «políticas».

Por otro lado, a preguntas de la fiscal Laura Pellón, Schürmann ha detallado que él y su despacho de arquitectos han participado en otros proyectos de velódromos en ciudades como Madrid, Valencia o Barcelona.

Según ha dicho, lleva trabajando en la construcción de velódromos desde 1985 e incluso se alzó con un premio en Pekín.

Por este juicio, derivado de las piezas 8 y 9 de la macrocausa del Palma Arena, Matas se enfrenta -a la espera de las conclusiones definitivas de la fiscal- a una pena de cárcel total de cuatro años -le piden dos años por cada pieza- por los delitos de prevaricación, fraude y falsedad documental.

A Pepote Ballester, que tiene un atenuante de colaboración con la justicia, se le imputan los mismos delitos aunque la pena es de seis meses de cárcel (sustituible por una multa de 1.000 euros).

Asimismo, se les exige una responsabilidad civil de 871.944 euros (16.326 euros por la pieza 8 -a pagar en un 10% por Ballester y en un 90%, Matas- y 855.944 euros por la pieza 9 -a pagar en un 5% por Ballester y en un 95%, Matas-). 

Esta es la cuarta vez que Matas se sienta en el banquillo tras el juicio por el caso Nóos, el de los discursos escritos por el periodista Antoni Alemany y por la contratación ficticia de su mujer, Maite Areal, en el Hotel Valparaíso.