Conflictos reales y artificiales, estos últimos creados para que no dejemos de tener miedo, ese que tanto influye en nuestras decisiones y que consigue desviar nuestra atención de la realidad que necesitamos ver y conocer

Mientras suena la banda sonora de la película ”Los caballeros de la mesa cuadrada” de Monty Phyton, aquí estoy, con pose de caballero medieval ante su señor, una rodilla al suelo, un brazo sobre mi rodilla alzada, la cabeza baja y metida dentro de la taza del wáter mientras los dedos de mi otra mano buscan provocar mi vómito, de manera compulsiva se vuelcan sobre mí arcadas, mientras me juro y perjuro que “no vuelvo a entrar al trapo en las redes sociales a post intransigentes” “no vuelvo a darme otro atracón de noticias y debates”, “no vuelvo a comerme otro programa de opinión”….

Vivimos una realidad informativa compleja en cuanto al control que se producen desde diferentes fórmulas de poder a la hora de manejar la información que recibimos. Necesitamos Libertad de expresión y sobre todo mucha información veraz, y en ese marco de voraz necesidad informativa aparecen los “hoax” en las redes, los artículos y opiniones de medios de escasa credibilidad que se hacen virales, en otros medios opinadores, unos independientes y otros al servicio de…., y se crea un estado confuso, entre la opinión e información cierta, confusión entre lo que sé, me creo o me hacen creer, más, en un momento donde la visceralidad ha ganado la batalla a la racionalidad después de los graves atentados en Cataluña y sus secuelas.

Entre una cucharada, otra y otra… que me gusta darme de opinión y reflexión, me aparece esa patología bulímica de vomitar después del atracón y de ahí mi paso a otra fase patológica de arrepentimiento que me lleva a la anorexia para no consumir más opinión interesada sobre conflictos reales y artificiales, estos últimos creados para que no dejemos de tener miedo, ese que tanto influye en nuestras decisiones y que consigue desviar nuestra atención de la realidad que necesitamos ver y conocer. En los últimos meses, algunos amigos me han anunciado su pase a un estado de anorexia de no consumir redes sociales unos, otros de no darse atracones de programas de radio  o televisión, expresan una necesidad de desconexión.

Seguramente soy un exagerado y mis estados patológicos son particulares y no compartidos con una mayoría, y pese que a ratos soy consciente de que la información es esencial para la libertad, para tener capacidad crítica y de decisión propia, eso también me lleva, a valorar. ¿A qué presto más atención a la opinión o a la información? Tengo qué evitar los graves efectos de este tipo de anorexia.