Es curioso que en un día de agosto la población de hecho sea de algo más de dos millones de personas y que los turistas en viviendas de alquiler no lleguen a los 50.000. Sin embargo, este 2,5% tiene la culpa, por lo visto

Siento disentir pero no todas las opiniones son respetables. Algo tan de nuestro tiempo como el debate en las redes sociales se basa en este latiguillo sin pies ni cabeza del todo vale. Para que una opinión ostente la categoría de respetable debe estar basada sobre hechos constatados y cifras rigurosas; las opiniones que carecen de ello llegan, como mucho, a ocurrencias de conversaciones de barra de bar, caña en una mano y pincho en otra.

Resulta fascinante que la demonización del alquiler turístico sea resultado de un catálogo de ocurrencias  (unas fruto de la ignorancia y otras de la mala fe) formuladas por una contradictoria amalgama social formada por hoteleros, asociaciones de vecinos, instituciones, startwitters, ecologistas, defensores del patrimonio y colectivos turismofóbicos.... Afortunadamente, la Universitat de les Illes Balears acaba de hacer público un documentado estudio, realizado por dos profesores del Departamento de Economía Aplicada, que pone los puntos sobre las íes y, cifras en mano, desmonta una a una la mayoría leyendas y barbaridades que algunos se empeñan en poner en circulación desde percepciones interesadas o, simplemente, desde el desconocimiento.

Tienen parte de razón quienes se quejan de que Balears camina hacia la saturación turística en plena temporada, pero es curioso que en un día de agosto la población de hecho sea de algo más de dos millones de personas y que los turistas en viviendas de alquiler no lleguen a los 50.000. Sin embargo, este 2,5% tiene la culpa, por lo visto, de todos los desmanes y agobios que sufrimos la población autóctona. Algunos días de este mismo mes de agosto desembarcan en el puerto de Palma más de 20.000 cruceristas que invaden un circuito de la Palma antigua, pero esos no deben agobiar porque solo merecen críticas retóricas sin resultados prácticos; poca campaña en contra.

Los 70.000 coches de alquiler que se importan en Mallorca para la temporada parece que también son ajenos a la saturación. Un par de comentarios en el Face y listo. Como los miles de vuelos lowcost, con millones de turistas lowcost albergados en los hoteles y campeones de la juerga nocturna con cerveza lowcost (para ellos). Las críticas de tales circunstancias en las redes sociales no llegan ni a la suela de los zapatos del 2,5% de turistas hospedados en viviendas de vecinos, que alquilan para tener un respiro económico después de haberse dejado las pestañas en la crisis.

Doy por supuesto que en ese negocio de economía colaborativa se introducen tiburones especulativos que gestionan centenares de viviendas. El gran fallo de la Administración y de los colectivos ha sido encerrar en la misma pecera a sardinillas y escualos, acusando a ambos del mismo nivel de peligro. En realidad puede ser “el” error de legislatura de los gobiernos progresistas, pagadero con sorpresa electoral final.