Reconozco mi ingenuidad. Creía que los posicionamientos territoriales de Susana Díaz (“Con los independentistas catalanes, ni saludarse”) derivaban de una visión carpetovetónica de España con la que, –al igual que el PP – de paso sacaba réditos electorales en su corralillo. Pero asumo mi error: está dispuesta a desconectar Cataluña de España en el mapa federal del PSOE.  Mira por dónde, aparece mucho más cerca de Puigdemont de lo que aparenta. Ambos, cada uno a un lado del cable, persiguen la misma finalidad.

Díaz es capaz de violentar las relaciones con los socialistas catalanes para obtener ventaja de tahúr en el próximo Congreso del partido. Su objetivo es que los 18.000 militantes del PSOE de Catalunya no voten en el cónclave. Para ello utilizará argumentos torticeros y engañabobos. En el más puro estilo de dictador bananero: la mejor manera de ganar, es que no vote la oposición.

La titiritera utiliza los títeres de la Comisión Gestora y manda a su portavoz, un tal Mario Jiménez, a tratar con Iceta el tema de la desconexión con los catalanes. Ya no se trata de arrogancia sino de ilegalidad sobre el papel de una Gestora, que debería limitarse a gestionar los trámites para convocar un congreso cuanto antes y con todas las garantías. Viene a ser como si el Rajoy en funciones hubiera decidido que España abandonara el euro de tal modo que aumentasen las exportaciones y ganar las elecciones aunque el país se hunda.

Si la militancia se lo permite, luego no quiero quejas.