Mañana se reúne el Comité Federal (CF) del PSOE, formado por casi 300 militantes, para tomar la decisión de si los socialistas deben facilitar la investidura de Rajoy como Presidente del Gobierno de España o de mantenerse en  la decisión unánime de los mismos miembros de este CF de votar negativamente tal investidura.

No será fácil gestionar tal reunión para no caer en el bochornoso guirigai del último Comité celebrado haces escasas semanas, que terminó con la dimisión obligada de Pedro Sánchez como Secretario General junto con su ejecutiva. Y no resultará fácil el conseguir que la dinámica del CF facilite y propicie un debate con argumentos tanto por parte de los que defienden la abstención como por los partidarios de mantenerse en el “no”. No será fácil porque de algún modo las cartas están marcadas. La función de la Gestora era, y se supone que sigue siendo, “gestionar” el partido propiciando y organizando el CF,  así como la celebración de un imprescindible Congreso Federal. No es misión de la Gestora la de defender la opción de la abstención, tal como lo está haciendo especialmente su portavoz Mario Jiménez (¡casualmente andaluz!). Pero hay más. Después de las impudorosas declaraciones de Susana Díaz, junto con significativos barones y relevantes “arrepentidos” (¡el que se mueve no sale en la foto!), se da por hecho la abstención de los socialistas. No en vano ya está vigente un oficioso calendario que se inaugura el lunes con la parafernalia de las consultas del Rey.

En definitiva lo lógico y necesario es, o debería ser, que los partidarios de facilitar la investidura de Rajoy expliquen de modo claro y comprensible, con argumentos políticos y no meramente tácticos, que nuevas circunstancias obligan ahora a los socialistas a “decir digo donde dije Diego”. No les resultará fácil, sobretodo si lo que pretenden  es (o debería ser) no  sólo vencer en votos en el Comité Federal, sino también convencer. Y lo mismo deberían hacer los partidarios de continuar con el “no”, argumentándolo políticamente. 

Pero además no sólo “vencer y convencer” a los miembros del Comité,  sino  también (y principalmente) a los militantes socialistas, simpatizantes y votantes que asisten desconcertados (y cabreados) a un giro copernicano  del PSOE. De una campaña electoral que defendía unas políticas radicalmente distintas a las practicadas por el gobierno de los populares presididos por Rajoy, a facilitar su repetición (sin ninguna intención de enmienda, ni tan siquiera parcial) aunque sea sin mayoría absoluta. Difícil será visualizar la futura oposición del PSOE al gobierno que ha facilitado. Y sino al tiempo.
El PSOE corre el riesgo de caminar hacia la irrelevancia política siguiendo la senda del PASOK griego. Y tal riesgo es mucho más elevado que una nueva convocatoria electoral.