El éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy, más inesperado de lo que estarían dispuestos a admitir sus eufóricos promotores, no solo ha trastocado gravemente el mapa político nacional, sino que su onda expansiva amenaza con remover los cimientos de la estabilidad política andaluza.

Igual lealtad, menor confianza

El pacto formalmente de investidura pero materialmente de legislatura entre Ciudadanos y el Partido Socialista, que ha venido desenvolviéndose sin sobresaltos desde hace tres años, ya no es interpretado por sus dos actores principales con el mismo espíritu de confianza que hasta ahora. Sí con la misma lealtad pero no con la misma confianza.

Ambos socios andaluces se miran de reojo después de que sus mayores hayan declarado oficialmente abiertas las hostilidades a raíz de la moción de censura promovida por el PSOE en el Congreso y rechazada con cajas destempladas, y tal vez precipitación, por Albert Rivera. Quien hasta ayer era el ‘niño mimado’ de las encuestas ya está dejando de serlo. El preferido ahora se llama Sánchez, Pedro Sánchez.

Cs quiere agotar

Muchos analistas opinan que el gran adversario de los naranjas en las próximas generales ya no será el PP, al que ha adelantado por el centro, sino el Partido Socialista. Cómo afectará ese nuevo escenario al pacto de Andalucía es todavía un misterio.

El discurso oficial de Ciudadanos es que por su parte todo seguirá como hasta ahora. Su secretario general, José Manuel Villegas, así lo aseguraba el pasado viernes en Sevilla: quieren agotar la legislatura y negociar los Presupuestos de 2019, aunque desconocen “cuándo va a decidir la presidenta tocar el botón de las elecciones”.

Luego de reafirmar este compromiso, Villegas se ponía estupendo dando a entender que Ciudadanos se propone ganar las autonómicas y gobernar Andalucía en la próxima legislatura. Ciertamente, las encuestas no avalan su pronóstico, aunque conociendo la volatilidad de los tiempos políticos que vivimos lo que hoy es seguro mañana bien puede dejar de serlo. Que se lo pregunten si no a Rivera.

El 'efecto Sánchez'

Pese a los buenos propósitos de Villegas, una de las hipótesis que maneja hoy el Gobierno andaluz es que Ciudadanos sí podría estar interesado ahora en promover un adelanto electoral, antes de que el ‘efecto Sánchez’ desinfle el globo demoscópico en el que vuela airosamente Ciudadanos desde hace meses con el gas que le han venido proporcionando la crisis catalana y la corrupción del PP.

Desde el punto de vista de Ciudadanos, el adelanto electoral en Andalucía podría coger al PP saliendo todavía de su crisis por la marcha de Rajoy y en pleno proceso de renovación interna. ¿Mejor no esperar a un PP recuperado?

Sea como fuere, para Díaz sería importante contar con la complicidad de Ciudadanos a la hora de interrumpir la legislatura: si los naranjas se oponen y apuestan por agotar mandato, el adelanto sería más difícil de legitimar.

Hacia noviembre

No obstante, todas las opciones que hay sobre la mesa de socialistas y naranjas son meras conjeturas. Aunque la posición oficial socialista es que la presidenta no está “con la calculadora electoral”, en el entorno de Susana Díaz hay quien no ve con malos ojos un adelanto cuya convocatoria sería pasado el verano, para citar a los andaluces con las urnas hacia el mes de noviembre, cuatro antes de la fecha preceptiva de marzo.

Una ventaja añadida de ese virtual adelanto es que para esas fechas el Gobierno de Pedro Sánchez y las propias siglas socialistas aún deberían estar viviendo un momento político y demoscópico lo bastante dulce como para que Susana Díaz lo aprovechara en su favor.

La sombra de los ERE

Otro riesgo que podría derivarse de apurar la legislatura es que se diera a conocer antes de marzo la sentencia del caso ERE. Aun así, parece una fecha algo apresurada ya que el juicio está previsto que concluya en noviembre pero fácilmente podría prolongarse hasta bien entrado diciembre, de manera que el tribunal no se pondría a trabajar en la sentencia hasta después de Reyes: es difícil creer que un fallo judicial que afecta a 22 personas pueda estar decidido y redactado en solo dos meses. En todo caso, nadie lo sabe ni puede saberlo.

Con un Gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos ya funcionando si las urnas adelantadas confirmaran las encuestas, parece improbable que una sentencia condenatoria de los ERE aconsejara a los naranjas forzar nuevas elecciones, sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de los virtuales ex altos cargos condenados sigue en activo y que el PSOE como tal no está no ya procesado, sino ni siquiera bajo sospecha.

No obstante, es imposible calcular fiablemente cuál pueda ser el impacto político de un fallo desfavorable. Nadie puede garantizar que una condena de Chaves o Griñán no opere como la gota de agua que colme el vaso de la indulgencia de los andaluces con el escándalo de los ERE.