Sigo atentamente la actualidad española como consecuencia de mi actividad periodística y debo decir que esta última semana la percepción subjetiva del paso del tiempo se ha acelerado intensamente la cantidad y novedad de los hechos históricos e institucionales acontecidos en nuestro país y que se han concretado en la presentación de una moción de censuta por parte del PSOE a la persona del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, moción que ha terminando por prosperar contra todo pronóstico produciéndose así, en la tarde del jueves 31 de mayo, la caída del Presidente Rajoy y de su gabinete e inmediatamente su sustitución por el actor de la censura, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, que fue nombrado por el rey Felipe VI inmediatamente nuevo jefe del Gobierno en un tiempo record, un flash cuyo primer acto concluía el jueves, siete de junio, con el nobramiento del nuevo Presidente y de su gobierno socialista monocolor, compuesto sorprendentemente por diecisite miembros, once son mujeres y seis hombres, dando así la campanada por el modo fulminante y sorpresivo en que sus nombres han sido desgranados ante la opinión pública por el nuevo presidente y el propio contenido de la lista donde ha habido más de un golpe de efecto por la personalidad de los elegidos (el cosmonauta Pedro Duque, el juez Grande Marlasca, el periodista Maxim Huerta) y el conjunto de los hombres y mujeres elevados a la alta magistratura ministerial, tanto por su carácter feminista e intergeneracional como por su variada procedencia geográfica y el carácter plural de su talante político y de su formación y cualificación profesional.

Por la terrible estepa castellana, / al destierro, con doce de los suyos / -polvo. sudor y hierro-  el Cid cabalga con la epopeya de su resurrección.

Y así puede decirse que Sánchez ha sorprendido a tirios y troyanos por la diligencia y pericia con que se ha conducido en el trámite que le atañía, por la solvencia de los elegidos y el perfil general del Gabinete, dada su aparente bisoñez y su presumible falta de experiencia en estas lides gubernamentales. La prontitud con que se ha muñido y la contundencia de su presentación ha dejado sin fuerza de réplica a las oposición hasta que sean los mismos hechos de gobierno los que den o quiten credibilidad al nuevo Presidente que ha tomado la ventaja de la iniciativa dejando descolocados y sin capacidad de respuesta a  sus oponentes.

Y a su vez, la oposición de derechas ha quedado noqueada por la división existente en sus propias filas, la reaparición oportunista de Aznar y la desfachatez de su oferta de ayuda y la rapidez de las maniobras de los socialistas que han provocado la división y ha contribuido a agrandar la crisis de liderazgo, dimitido Rajoy, y a extender el desconcierto entre las huestes conservadoras. Mientras que al otro lado del espectro político, Ciudadanos ha quedado descolocado por la rapidez y contundencia de las iniciativas de Sánchez y Podemos no ha tenido tiempo para replicar las fulgurantes iniciativas del Sanchismo que, hasta el momento ha roto la fuerza de las iniciativas del Procés separatista aplicándole la receta del palo y la zanahoria en el mensaje que se desprende de los nombramientos ministeriales.

¿Y cómo parecen haber recibido la contundencia de este mensaje gubernamental los espasñoles medios? o, para decirlo de otra forma, ¿cuáles están siendo los ecos sociológicos en el conjunto de los españoles? Parece fuera de toda duda que ni el mensaje de la igualdad de géneros, ni el del ecologismo provocan en la calle ninguna reacción negativa, y menos después de las movilizaciones del último 8 de Marzo, por lo que puede darse por zanjada y consolidada una profunda evolución en nuestra sociedad que se orienta mayoritariamente hacia el igualitarismo democrático y eleva a nivel de normalidad ciudadana lo que hasta ayer apenas eran aspiraciones rupturistas de las vanguardias. Y esto se ha producido, con absoluta normalidad, en un pispás y sin casi reacción virulenta de quienes hasta hace poco eran mayorías reacias a las transformaciones avanzadas que ahora vuelven a plantearse con la mayor naturalidad.

Si nos preguntamos si este es un gobierno para resistir y ganar tiempo hasta unas próximas e inexorables elecciones o es una apuesta decidida y firme para pasar al ataque y ofrecer al electorado nacional una manera novedosa de encarar los retos de nuestro tiempo con imaginación y novedad al final de este bienio transitorio, la respuesta puede ser sencillamente afirmatva.