El nuevo ministro de Agricultura y tercer andaluz del Gabinete de Pedro Sánchez no es una estrella mediática o política como otros miembros del Gobierno, pero tiene tras de sí un sólido currículum que certifica su preparación para desempeñar el cargo.

Además de haber sido embajador en Marruecos, Luis Planas ocupó las carteras de Agricultura y de Presidencia en el Gobierno andaluz y es un profundo conocedor de la Política Agraria Común (PAC) y del aparato burocrático de Bruselas, pues no en vano ha desempeñado importantes cargos en la administración europea, como director del gabinete del comisario Pedro Solbes o del de Manuel Marín cuando fue vicepresidente de la Comisión Europea.

Actualmente es secretario general del Comité Económico y Social Europeo (CESE), un órgano auxiliar de la Unión Europea creado para representar los intereses de los distintos grupos económicos y sociales de Europa.

¡Por fin aparece la horma!

Quienes, desalentados por el nombramiento como ministra de Hacienda de María Jesús Montero, buscaban algún indicio de venganza de Pedro Sánchez sobre Susana Díaz a cuenta de su enfrentamiento orgánico, en Planas habrán encontrado la horma de su zapato. Algo forzada, pero horma a fin de cuentas, pues el titular de Agricultura intentó disputar a Díaz la secretaría general del partido en el verano 2013, en unas primarias que nunca llegaron a celebrarse porque el entonces consejero de Agricultura de José Antonio Griñán no sumó los avales necesarios para poder formalizar su candidatura.

El tercer aspirante fue el posteriormente pedrista alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, cuya desbordante imaginación contabilizó prematuramente una avalancha de avales luego amargamente desmentida por el recuento real de los mismos.

Un jefe de campaña en Ferraz

En aquellas primarias que nunca llegaron a serlo, el jefe de campaña de Planas fue Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, uno de los tempranos puntales de Pedro Sánchez en el socialismo andaluz y actual secretario de Relaciones Institucionales de la Ejecutiva Federal del PSOE.

Como preveían quienes conocían un poco los entresijos de la federación andaluza, Planas no logró reunir los 6.800 avales que exigían entonces los estatutos para ser candidato. Se quedó en unos 4.500, pero aceptó su derrota con deportividad.

Sublime decisión

Su decisión de concurrir a unas primarias en las que difícilmente podía vencer a quien el presidente Griñán había señalado como sucesora desconcertó a quienes le conocían.

La decisión no parecía cuadrar con su perfil de político bien preparado pero más bien cauteloso y, en todo caso, alejado de banderías orgánicas. “¿Que por qué se ha presentado? Porque tiene una gran opinión de sí mismo”, opinaba en privado y no sin malicia uno de sus colaboradores. Por lo demás, entonces se especuló sin mucha convicción con que el expresidente Manuel Chaves lo habría alentado a presentarse, pero este siempre lo negó.

Los tres nombres andaluces, por cierto, que ocupan plaza en el nuevo Consejo de Ministros se forjaron políticamente a la sombra de Manuel Chaves. “No lo haríamos tan mal”, se habrá dicho para sí el expresidente.

Sorpresa, sorpresa

Su nombramiento ha sido toda una sorpresa en medios políticos y periodísticos andaluces, ya que Luis Planas llevaba casi un lustro desaparecido de la política. Por eso no estaba en ninguna quiniela. En la sede socialista de la calle San Vicente y en el propio palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta, su nombramiento no ha sido mal recibido ni se ha interpretado como un calculado desquite del sanchismo sobre el susanismo.

Más allá de la influencia que con casi toda seguridad haya tenido en su nombramiento la opinión tanto de Gómez de Celis como de la vicepresidenta Carmen Calvo –cordobesa como Planas aunque este lo sea de adopción–, su dilatada experiencia política, su talante diplomático y su conocimiento de las materias del departamento han debido pesar en la decisión de Pedro Sánchez, coherente con otros nombramientos igualmente avalados por la capacidad profesional de sus titulares.