Parece que fue ayer (la Navidad) y ya estamos aquí, en la mitad del año 18 del segundo milenio, dado el empuje vertiginoso con que corre el tiempo en los últimos idem: antes de que se persigne un cura loco,  hemos pasado la Epifanía, el miércoles de Ceniza, la Cuaresma, las segundas Pascuas (las Floridas), Pentecostés, san Isidro (pasado mañana) la Virgen de Mayo, el mes de María y pronto, prontísimo, el Corpus, a caballo entre mayo y junio. San Antonio, San Juan Bautista,  san Pedro y san Pablo,  el verano, la virgen del Pilar, La Inmaculada y… otra vez la Navidad. Y es que el tiempo se nos escurre entre las manos como cuando queremos apretar y contener un puñado se agua o, si me apuran, otro de arena fina, como la de esas playas gaditanas a donde tanto me gusta bañarme, caminar y nadar en mis escapadas veraniegas, con permiso de una movilidad crecientemente mermada y si el tiempo no lo impide.

En la espiral de vértigo del tempus fugit, ahora estamos en el punto de los Isidros, catetos para los madrileños capitalinos y castizos a quienes da nombre el santo labrador de tradición mozárabe que, de tanto trabajar agropecuariamente, despertó la conmiseración divina y, postrándose para echar la siesta, fue sustituido por una pareja de ángeles que condujo a su pareja de bueyes y destripó los terrones de su dehesa para cuando Isidro despertara, obrándose así el milagro correspondiente de al creyente que echa la siesta,/ Dios le asi(e)ste en su tarea.

Y para tareas, las que tiene Rajoy con Cataluña donde Puigdemont no lo deja respirar ni a sol ni a sombra con tato candidato y tanta martingala para poder ser él investido con el permiso del Constitucional, pareciera que el gambito nunca acabará ni las escaramuzas tampoco de tanta mudanza como se inventa. Y Rajoy, mientras, deshojando la margarita a su favor, que es ganar tiempo para empantanar lo suyo y que luego, a toro pasado, sea él quien salga ganando tras haber aburrido a las cabras, como el Obiols aquel… Primero se deshace de Rivera, porque ofrece lo mismo pero con más garantía, y luego le toca el turno a Pedro Sánchez, que ofrece un poco más pero menos garantía. Total que, con la democracia a cuatro, Rajoy lo tiene aún más fácil que con la democracia a dos. Y no hay mejor paganini que un buen amarrategui.

Todo es cuestión de ralentizar el tiempo político y lograr aguantar hasta las elecciones de 1919 para que el PP vuelva a obtener por los pelos una mayoría escuálida pero suficiente y ahí se las den todas de una vez por idem. Madre mía de mi alma, qué difícil es lidiar con un gallego, que así se dice en lengua castellana, como el nombre del nuevo alcalde de Alicante, para no gastar espacio en neuronas ni esfuerzo en recuerdos.

Lo mismo que en Granada, donde el Ayuntamiento está en cueros y Montoro lo tiene asfixiado con la deuda, que aquí no depende de san Isidro sino de la Virgen de las Angustias y del mismo Cuerpo de Cristo y de la oposición, que no come ni deja, mientras el alcalde Cuenca y su grupo minoritario se desangran con la impotencia de gobernar y achicar la deuda. Apañados estamos.    

Viva san Isidro, labrador vegano, y santo patrono también de los campesinos de Granada, regadores, acequieros y palieros que tanto arte se dan en bailarnos el agua y en sacar en hombros a la Patrona, de su basílica, la que habita en la Carrera, como dice la copla. Amén.