El lema ‘Contigo crece España’ de la Convención Nacional del PP que se celebra en Sevilla bien podría haber sido sustituido por el de ‘Por qué somos los mejores’. Los distintos foros, paneles y encuentros protagonizados por ministros, consejeros, diputados, senadores, presidentes autonómicos y cargos orgánicos del partido estaban oficialmente pensados como plataformas de diálogo para el intercambio de ideas y reflexiones, pero a la postre y por lo visto este sábado se han convertido  en un ejercicio colectivo de ombliguismo ideológico y narcisismo partidista.

Un chute de confianza

Sin complejos, sin pudor, sin… ideas. Y qué más da: el partido que preside Mariano Rajoy no se ha concentrado en Sevilla para buscar nuevas ideas sino para afianzar las antiguas y, sobre todo, para inyectarse en vena un chute de confianza: se siente necesitado de cariño y autoestima y ha decidido que quién mejor que él mismo para regalarse lo que tantas encuestas se empeñan en negarle.

Como muestra de tanto jabón, este primer botón: “España pasó de estar gobernada por un partido que era un problema para Europa a estar gobernado por un partido como el PP” (Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del PP y moderadora del ‘Panel España: Un gran país’, que la organización podría haber denominado ‘Panel PP: Un gran partido’).

‘Leónidas’ Hernando

Segundo botón de muestra: en el foro ‘Diálogos Populares', su moderador Rafael Hernando –“nuestro Leónidas”, lo llamó el presentador del acto en alusión al capitán espartaco– recalcaba que, frente a “quienes han querido hacer de las cicatrices de la crisis el elemento fundamental de su estrategia”, el PP ha hecho algo más práctico: ha convertido a España en “el país del mundo que más progresado en los últimos años”, y además lo ha hecho en todo, según el portavoz parlamentario: en lo económico, en las libertades, en materia territorial…

De parecida opinión era el presidente de Murcia, Fernando López Miras, para quien su región ofrece como pocas los frutos del talento del PP para gobernar: “Cómo se nota cuando gobernamos nosotros”, decía el sucesor de Pedro Antonio Sánchez, obligado por Ciudadanos a dejar la Presidencia tras ser imputado por varios delitos de corrupción.

500 millones de años

No le fue a la zaga el presidente de Galicia. Tras el disculpable lapsus patriótico de definir España como “una nación de 500 millones de años”, Alberto Núñez Feijóo puso los puntos populares sobre las íes socialistas: "Galicia era una de las regiones más pobres y ha conseguido multiplicar el PIB por once en estos últimos años".

Y luego se envolvió en la bandera azul y blanca del PP: “Este partido se fundó con siete personas, pero hoy es el más importante de España”. Y no solo el más importante, sino "el mejor, por eso tenemos los mejores equipos de trabajo y de gestión, porque la gente quiere estar con los mejores”.

¿Asturias o Andalucía?

La presidenta del PP de Asturias, Mercedes Fernández, lo tenía algo más complicado que sus compañeros para exhibir una brillante hoja de servicios de la organización regional que preside. Aun así, resaltó el mérito del PP de apoyar los presupuestos socialistas arrancándole a su adversario una rebaja significativa del impuesto de sucesiones.

Fernández también aseguró que Asturias es la región que soporta la mayor presión fiscal de España, tal vez por desconocer que el PP andaluz viene diciendo eso mismo desde hace años sobre la Andalucía socialista. "Nos están sometiendo a la mayor presión fiscal de España porque los impuestos que son competencia de la Junta de Andalucía son los más altos del país", proclamaba en su día el hoy número dos del Ministerio de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya.

Ganar en Andalucía

También el líder regional y anfitrión de la Convención, Juanma Moreno, ha hecho su ejercicio de confianza y autoestima al deslizar que no descarta que el PP y Ciudadanos sumen mayoría absoluta en Andalucía en las próximas elecciones andaluzas y puedan gobernar, aunque hasta ahora ninguna encuesta solvente apunta en esa dirección sino más bien en la contraria: el afianzamiento de la actual mayoría de PSOE y Ciudadanos, merced al ascenso naranja en detrimento del Partido Popular.

El propio Mariano Rajoy se mostró igualmente confiado en superar los malos augurios de las encuestas nacionales. El PP es mucho PP, vino a decirles a los suyos entre reproches al “adanismo de quienes creen que el mundo empezó con ellos”.

Cifuentes aguanta

Mientras, Cifuentes se paseaba por los pasillos de la Convención sin dejar de sonreír ni un solo instante, como si el furioso ciclón político desencadenado por su máster bajo sospecha no existiera ni tuviera nada que ver con ella.

La presidenta madrileña cosechó una intensa ovación de sus compañeros en el foro donde participó por la tarde. Íntimamente, sin embargo, pocos están convencidos de que a Cifuentes la espere un prometedor futuro. Algunos así lo admiten en voz baja, aunque, incluso en privado, mantienen la esperanza de que todo se aclare a favor de la presidenta.

La larga sombra del pasado

La sombra del expresidente murciano Pedro Antonio Sánchez o del expresidente valenciano Francisco Camps planea, en cualquier caso, sobre la presidenta de Madrid.

Ambos defendieron su inocencia hasta un minuto antes de marcharse; Cifuentes también lo hizo. Ambos tuvieron el apoyo público de Rajoy hasta pocos días antes de dejarlos caer; Cifuentes también lo tiene: al menos mientras dure la Convención, al menos hasta que nuevas revelaciones periodísticas acaben precipitándola a los abismos del olvido donde moran sus compañeros de Murcia, Valencia, Madrid…

Despedida y cierre

Más temprano de lo habitual en este tipo de encuentros, a las once de la mañana de este domingo está prevista la clausura, en la que Rajoy estará acompañado por el líder regional Juanma Moreno y el candidato a la Alcaldía de Sevilla, Beltrán Pérez. Ambos necesitan un buen impulso del presidente para afrontar sus difíciles retos electorales.

A última hora de la tarde del sábado comenzaba a vaciarse el hotel Barceló Renacimiento de la isla de la Cartuja. Los 2.500 asistentes se dispersarían pronto por la ciudad tras un –no precisamente agotador– día y medio de ‘reflexión’ a lo largo del cual han intentado decirse a sí mismos que son los mejores, reponer fuerzas para las duras batallas que se avecinan y apartar de sus mentes el máster de Cifuentes. Las dos primeras cosas seguramente las han conseguido; la tercera, no tanto.