La confluencia andaluza de Podemos e Izquierda Unida aún no se ha concretado pero va viento en popa. La decisión política se tomó hace muchos meses y ambas formaciones vienen aplicándose sin prisas pero sin pausa en su implementación definitiva, que podría ver la luz el próximo otoño.

La posibilidad de que la presidenta Susana Díaz adelante las elecciones a finales de este año, sin esperar a marzo de 2019, es un incentivo más para Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, comprometidos en un proceso de ‘fusión’ que políticamente tiene luz verde pero que técnicamente tendrá que salvar algunos escollos. El más visible de ellos: la marca electoral.

La consulta

Los planes de ambos se han visto complicados por la decisión de la dirección nacional de Podemos de consultar a las bases del partido sobre el nombre con el que concurrir a las elecciones. Más del 90 por ciento de los inscritos andaluces apoyaron que la formación morada concurra a municipales y autonómicas en coalición, si es preciso, con otros partidos pero conservando en la marca electoral el nombre de Podemos.

Según dejaron ver ayer en rueda, la complicidad de Rodríguez y Maíllo es total. No obstante, si entre las bases de Podemos Andalucía nunca ha habido ruido contrario a la confluencia, no ha sucedido lo mismo en IULV-CA, si bien entre la militancia es claramente mayoritario el respaldo a la apuesta de su coordinador de unir fuerzas con los morados.

Un escollo, no un muro

La marca electoral no es muro insalvable, pero sí un escollo que habrá que esquivar. Maíllo tranquilizaba ayer a su gente, algo escamada por el fiasco que para IU fue la marca nacional Unidos Podemos, advirtiendo de que "si Podemos va en el nombre de la confluencia andaluza, IU también irá".

No será fácil para los expertos en marketing electoral de ambas formaciones encontrar un nombre que satisfaga a todos incluyendo el significante ‘Podemos’ sin marginar el significante ‘IU’, pero en todo caso se trataría de un problema menor.

Más dificultosa puede ser la elaboración de las listas, aunque ahí los de Maíllo juegan con ventaja pues su organización ostenta 80 alcaldías y tiene presencia institucional en centenares de municipios: una tupida red que contrasta con los ‘agujeros’ organizativos de Podemos en el ámbito local.

El error Garzón

A la hora de entrar en los detalles –y en política las listas suelen ser el ‘gran detalle’–, IU Andalucía hará valer ese peso local en todo el territorio andaluz. En la organización andaluza está bastante extendida la impresión de que su coordinador federal Alberto Garzón no negoció con demasiada maña la fusión electoral con Podemos para los comicios de junio de 2016: la pérdida de visibilidad de IU desde entonces es incuestionable y sus efectos pueden acabar siendo demoledores para la formación fundada por Julio Anguita.

Ni Maíllo ni IULV-CA van a cometer los mismos errores que cometieron Garzón e IU. Pero también por otra parte, y eso ayuda bastante, Teresa Rodríguez no parece que tenga la codicia orgánica que, al menos en 2016, tenía Pablo Iglesias. La líder gaditana ni es víctima de la avidez que se atribuye su jefe madrileño ni las expectativas electorales de Podemos son en Andalucía las que eran en España hace dos años.

Objetivo PSOE

El ‘sorpasso’ está aquí descartado: el objetivo bélico en el sur no es adelantar a un PSOE que sigue estando a demasiada distancia, sino robarle por su flanco izquierdo cuantos votos sea posible.

Maíllo y Rodríguez están convencidos de que la confluencia –o ‘el nuevo sujeto político’, como ambos gustan de llamar no sin cierta pompa– es una buena herramienta para socavar la hegemonía socialista. El reto está en encastrar con pericia las dos piezas –roja y morada– que la componen, ponerle el nombre adecuado y fundir en un único cuerpo de ejército a la tropa hasta ahora dividida en dos.