En el PSOE andaluz guardan silencio pero probablemente preferirían no guardarlo. Saben bien que pocas cosas regocijan más a los periodistas que los indicios de desunión en un partido. Nos vuelve locos, como la sangre a los tiburones. A Susana Díaz le han preguntado en Tele 5 y ha sido prudente: "No quiero ni pensar que sea por el apoyo que me dio a mí, no quiero pensar que fuera por eso; no, me niego a pensar que sea eso".

El ‘veto’

Contestaba la presidenta andaluza a una pregunta de los escualos mediáticos sobre la torpe y en apariencia vengativa decisión de Ferraz de no apoyar a Elena Valenciano para que sea la próxima presidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, tras el abandono del italiano Gianni Pittella.

La propia Valenciano ha dicho poco, pero se la ha entendido bastante bien: “La Ejecutiva del PSOE no lo ha considerado oportuno y por eso he aceptado el veto con deportividad". La eurodiputada se desquitaba del feo desaire de su partido utilizando como de pasada la palabra ‘veto’, que en este contexto deja tras sí un fragante rastro que ningún tiburón que precie deja de agradecer.

Liderazgo y sectarismo

No es probable que Pedro Sánchez sea más sectario que sus antecesores en Ferraz o que sus homólogos de otros partidos, pues en la jefatura de un partido, como en la de cualquier ejército, el sectarismo va incorporado de serie. Lo que le diferenciaría de ellos es que Pedro lo disimula menos, por no decir nada.

Y disimula menos su sectarismo porque el formato de su victoria y la limitada exposición de su liderazgo al escrutinio periodístico debido a que no es diputado propician ese desahogo que ha llevado a Ferraz a cometer el error que ha cometido con Valenciano y cuyo primer damnificado es en realidad el propio Pedro al evidenciar que no está sabiendo estar a la altura de su victoria.

Cuestión de precio

Se afirma que la eurodiputada no tiene el apoyo del partido. ‘Apoyo del partido’ es un eufemismo cuya traducción más descarnada es ‘apoyo de Pedro Sánchez’, aunque sería injusto atribuir esta circunstancia al secretario general del PSOE en exclusiva: en todos los partidos fuertemente jerarquizados, y no hay ninguno serio que no lo esté, la expresión ‘apoyo del partido’ significa casi siempre ‘apoyo del líder’.

La novedad que aporta Sánchez es que él no lo disimula porque considera que el precio de no hacer lo que quiere y disimularlo sería superior al de hacer lo que le da la gana sin necesidad de disimulo. Sánchez ha hecho con Valenciano lo que le pedía el cuerpo: devolverle el golpe por haber apoyado a su 'enemiga' Díaz. La máxima según la cual la hipocresía sería el homenaje que el vicio rinde la virtud no rige en el nuevo PSOE.

La noticia y el deseo

El caso Valenciano ha sido, está siendo noticia (negativa para el PSOE) precisamente porque Ferraz no la ha apoyado mientras que sí lo hacían sus compañeros socialistas del resto de Europa.

Si Ferraz hubiera respaldado a Valenciano, sencillamente no habría habido noticia, pero habría sido a costa de no satisfacer los augustos deseos del secretario general; y en caso de haberla habido por apoyar a Valenciano, habría sido positiva para el PSOE y, sobre todo, positiva para Pedro Sánchez al enviar a la tropa el tranquilizador mensaje de que la guerra socialista ha terminado y la posguerra no está, como tantos temieron, envenenada por el atroz estigma de la venganza y el ajuste de cuentas.