Manuel Gerena es “un hombre del pueblo andaluz que canta al pueblo andaluz desde una alucinante y empecinada solidaridad”. Así lo definió el escritor Juan Manuel Caballero Bonald.

Intelectuales como Manuel Vázquez Montalbán, Víctor Márquez Reviriego, Blas de Otero o Rafael Alberti, entre otros muchos, “hicieron de la causa del artista la suya propia y lo apoyaron hasta límites que iban incluso contra sus intereses personales y laborales”, como afirma su certero biógrafo Manuel Bohórquez en el libro Manuel Gerena. La voz prohibida.

El cantaor sevillano, Medalla de Oro de Andalucía en 2013, es noticia porque el próximo 28 de Febrero, Día de Andalucía, ofrecerá un concierto en el Teatro Lope de Vega: el mismo recinto donde en enero de 1976 las autoridades postfranquistas le prohibieron cantar. El concierto será el arranque de una gira de Gerena por todo el país en la que volverá a interpretar los temas, revisados y ampliados, de su legendario disco con letras de Miguel Hernández. Lo acompañará a la guitarra Juan Ignacio González.

Toda su trayectoria posterior está impregnada por esa magnífica leyenda de resistencia popular. Pero 32 discos, 6 libros de poemas y más de 3.000 conciertos en todo el mundo lo avalan como uno de los más grandes artistas flamencos de las últimas décadas.

El concierto del Lope de Vega, el día 28 de febrero, tiene una simbología muy potente, incluso hermosa.

Sí, el concierto tiene varios motivos para su celebración; lo considero un hecho histórico reivindicativo para la libertad de expresión, la dignidad frente al caciquismo y, por supuesto, la justicia para la paz en el mundo... Además, es un día señalaíto para el pueblo andaluz.

Tú carrera profesional ha vivido distintas fases.

Soy un cantaor flamenco con las entrañas llenas del viejo cante al son de la nueva palabra, lo que empecé cantando lo canto, siempre en libertad... Estoy en permanente revolución, porque mi obra no está sujeta a cánones ni modas, ni es servil. Mi poesía y mi cante son libres e insobornables, no admito amos en el camino del arte por la libertad, la justicia y la dignidad... Lo mismo compongo y canto en el flamenco, que es mi verdad, como derivo a otros cantares: sevillanas, boleros, baladas, o voy codo con codo con el jazz, el blues, la música clásica.

Ahora te lanzas a una nueva aventura; a una nueva gira. ¿Cómo es que todavía tienes ganas de ir de punta a punta de España?

Para esto nací, para forjar los caminos de la libertad, y así seguiré hasta el fin de mis días...

¿Cuántos kilómetros habrás hecho?

No sé cuántos millones. Yo venía haciendo una media de 150.000 kilómetros al año. Yo los coches los tenía que soltar a los dos años, fueran de segunda mano o de primera mano, porque es una paliza enorme. Y sigo haciendo lo mismo. Ahora hacemos una media de 70.000, 80.000 ó 90.000 kilómetros. Eso no hay quien me los quite. 

Nacer en Puebla de Cazalla, ¿marca de alguna manera?

Marca en revolución. La revolución de la clase trabajadora. La Puebla es un pueblo revolucionario y es un pueblo de cantaores y cantaoras, pero marca más en revolución.

¿Tú fuiste al colegio poco o mucho?

Yo fui muy poco al colegio y las pocas veces que iba, como teníamos hambre, nos escapábamos del colegio para ir a buscar los matajes en las viñas, a comer uvas o lo que pillábamos. Con nueve años ya no estaba en el colegio, ya estaba trabajando con mi tío Limones, repartiendo paquetes.

¿Cómo nace tú conciencia de clase?

Cuando tú estás trabajando en el campo, cuando ves esas grandes cuadrillas de niños y mujeres, que a los niños y a las mujeres nos pagaban 27 pesetas y a los hombres les pagaban creo que 32. Cuando ya empiezas a ver la explotación tan grande, que te evita estar en el colegio que es donde tenías que estar. Tenías que ir a buscar la comida. Ahí es cuando ya te entra la conciencia real. Pero yo empecé a escribir mucho más tarde, cuando ya me fui a Sevilla a trabajar de electricista.

¿Cómo empezaste a cantar flamenco?

Yo es que empecé a escribir antes que a cantar. Ese es el motivo de por qué yo canto flamenco, de por qué yo canto en un sentido general. Yo podía haber sido un cantautor más, con una guitarrita debajo del brazo. Pero a mí lo que me gustaba era el flamenco y yo tenía la necesidad de cantar lo que ya escribía. Yo me hice muy amigo de Pepe Pinto, de Antonio Mairena, esas eran grandes influencias.

¿Para qué te lanzaras a escribir fue fundamental Miguel Hernández o Miguel Hernández vino después?

Fue muy fundamental Miguel Hernández para seguir escribiendo en firme. Miguel Hernández ha sido siempre mi maestro en verso, porque fue el que más entendí. Cuando leí El niño yuntero, me dije: ¡anda, pero si este soy yo! Este soy yo de niño. A pesar de que tenía mucha amistad con Rafael Alberti y con Celaya y he conocido a Neruda y a Benedetti, la fuente más cercana es Miguel Hernández.

Tus primeras prohibiciones ¿surgen antes incluso de que editaras tu primer disco?

Sí, claro. Yo mi primer disco lo pude editar en Discos Belter, en Barcelona, cuando yo ya estaba prohibido en toda Andalucía. Fue cuando yo ya tiré para arriba, para Barcelona. Yo estaba permanentemente pasando a Francia y a casi toda Europa, a las grandes concentraciones de los exiliados, para cantar. Muchas veces no podía ir porque me quitaban el pasaporte.

De tus discos, ¿cuál es tu preferido?

El disco que más lata dio, que más reivindicó, no solamente por los textos sino porque fue el que estuvo en más casas de más españoles, fue Cantando a la Libertad, y anteriormente el Cantes del Pueblo para el Pueblo, que fue precisamente el que nos hizo llegar al Palau de la Música, hizo posible que yo fuera el primer cantaor flamenco en cantar en el Palau de la Música, en el año 74.

Acabamos. La España de los 70 y la España de 2018, ¿en qué se diferencian?

En los 70 había muchos caciques en todos lados. Estaban prácticamente detrás de los olivos. Detrás de cada olivo había un cacique, pero los caciques desgraciadamente en esta sociedad que nos ha tocado vivir están.