Se llama Maika Anelo y está muy enfadada, como ha dejado ver en una entrada publicada en su cuenta de Facebook, donde relata con amargura que “tras más de 10 años como hermana costalera, mis Viernes Santos y Domingos de Ramos quedarán para el recuerdo”. Y es que las hermandades de La Borriquita y La Soledad, a las que pertenece Anelo, han proscrito para la Semana Santa de este año las cuadrillas mixtas de costaleros.

La medida, adoptada tras la renovación de las cúpulas de ambas hermandades, afecta a ocho mujeres y además se da la circunstancia de que el puesto más relevante en La Soledad lo ocupa una mujer, Lucía Álvarez-Campana, que es su hermana mayor. 

El Obispado de Asidonia-Jerez ha dicho que analizará la queja cuando sea presentada por las costaleras afectadas, mientras que el Ayuntamiento de El Puerto, gobernado por PSOE e Izquierda Unida, ha expresado su apoyo a las mujeres discriminadas.

Cuidado con los roces

Aunque técnicamente la decisión es de los capataces de los pasos, el Consejo Local de Hermandades podría tomar cartas en el asunto, aunque no parece muy predispuesto a hacerlo. Su presidente, José Manuel Castilla, ha declarado a Diario de Cádiz que no considera machista, sino más bien todo lo contrario la medida contra las cuadrillas mixtas, que en realidad es una buena manera “de evitar roces”.

Maika denuncia en su escrito el “rancio olor machista” de las hermandades y cofradías y se explaya sarcásticamente al comparar el pasado y el presente: “La mujer que antaño no podía ser hermana, la que tenía que ocultar su sexo para salir de nazareno, la que no formaba parte de juntas de gobierno, y la que ni de lejos podía ser hermana mayor, ya ha quedado en el recuerdo, ya todo eso es historia. Gracias a Dios –sigue diciendo con ironía– todo ha cambiado, tenemos la suerte de contar con el apoyo incondicional de nuestras hermanas en juntas de gobiernos y por supuesto como hermanas mayores”.

"Colgar el costal"

A todos ellos les traslada su “más sincera enhorabuena” porque ya no volverán “a tener que pasar por la molesta situación de compartir trabajadera con una compañera”. Quienes las han estado apoyando, recalca Anelo sin abandonar el sarcasmo,indiscutiblemente estaban equivocados (…) pues de lo contrario, tanto la Iglesia como juntas de gobierno y hermanos y hermanas mayores, no hubiesen permitido que este año tengamos que colgar nuestro costal por el hecho de ser mujeres”.

La misiva pública concluye con estas palabras, mitad deseo, mitad maldición: “Ojalá algún día, tengáis el placer, de ser padre o madre de una hija costalera”.