No les falta razón a Podemos e Izquierda Unida al reprochar a los socialistas su injustificable tardanza en sumarse al reconocimiento institucional del joven sindicalista malagueño Manuel José García Caparrós, muerto por disparos policiales durante la manifestación del 4 de diciembre de 1977 para reclamar la autonomía para Andalucía. El crimen nunca se ha esclarecido.

Bienvenidos al 4D

El memorial de reproches lo actualizaba ayer la coordinadora de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, tras conocer la decisión del Ejecutivo andaluz de incluir en el Inventario de Lugares de Memoria Histórica de Andalucía la esquina donde fue asesinado Manuel José: "Es una reacción del Gobierno andaluz que no está motivada por el convencimiento de sus dirigentes, se trata de una maniobra 'in extremis' para no quedarse fuera de un espacio político que han abandonado históricamente".

Con un deje sarcástico que no ocultaba una vaga voluntad de patrimonialización del 4D y de Caparrós –trabajador de la empresa Cervezas Victoria, estudiante de Derecho y militante del sindicato CCOO, entonces muy vinculado al PCE– la líder de Podemos daba “la bienvenida al PSOE” al bando de “quienes sí creemos en el espíritu democrático de aquel 4 de diciembre".

Hijo Predilecto (gracias a IU)

De hecho, el primer reconocimiento oficial desde la Junta de Andalucía no llegó hasta febrero de 2013, cuando García Caparrós fue nombrado Hijo Predilecto de la Comunidad a título póstumo, una distinción promovida –en realidad, casi exigida– por Izquierda Unida, que entonces gobernaba en coalición con el Partido Socialista, dirigido todavía por José Antonio Griñán.

El entonces portavoz de IU en el Parlamento andaluz, José Antonio Castro, celebraba la decisión del Ejecutivo autonómico con un tirón de orejas: recordó que su formación "ya logró el reconocimiento" a García Caparrós por parte del Ayuntamiento y la Diputación de Málaga, pero que en 2010 y 2011 "fue imposible" que el presidente Griñán "recogiera el testigo de IU y que esta figura fuera reconocida en torno al 28F".

Una antigua reclamación

Tanto el Partido Andalucista como Izquierda Unida llevaban años reclamando ese reconocimiento oficial, ahora remachado con la declaración del Lugar de Memoria. Ya en 2002, cuando el PSOE gobernaba en coalición con el PA, el consejero de Relaciones Institucionales, el andalucista Juan Ortega, propuso nombrar Hijo Predilecto a Manuel José.

Así lo reclamaban también sus hermanas. Tanto para ellas como para Izquierda Unida, el ‘verdadero día de Andalucía’ siempre debió haber sido el 4 de diciembre y no el 28 de Febrero, fecha en que Andalucía ganó el referéndum para lograr la autonomía plena por la vía rápida del artículo 151 de la Constitución.

¿4D o 28F?

Los socialistas, sin embargo, siempre apostaron por el 28 de Febrero como fecha emblemática de la gesta andaluza. Solo tardíamente, y espoleados por la cercanía del 40 aniversario, irían dando entrada al 4 de Diciembre en el santoral civil de la autonomía e incluso poniéndolo casi a la par del 28F.

La pugna 4D/28F entre IU y el PSOE tiene grabado a fuego el distintivo de tantas batallas interiores en el seno de la izquierda cuya motivación hay que buscarla más en las hostilidades del presente que en las interpretaciones del pasado. El hecho de que uno de los dos partidos se inclinara por una fecha parecía motivo suficiente para que el contrario abrazara la otra. Si al PSOE le ha costado incorporar el 4D al ‘calendario nacional andaluz’, a IULV-CA no es fácil escucharle encendidos elogios del 28F.

Una proposición de ley

¿20F o 4D? Discusión en gran medida estéril: sin las movilizaciones masivas del 4 de diciembre de 1977 no se habría convocado ni ganado el referéndum del 28 de febrero de 1980, pero sin este la jornada del 4D habría quedado en un legendario fracaso y objeto sin duda de todas las reflexiones melancólicas imaginables.

Pero como la batalla de las fechas no ha terminado ni mucho menos,  Podemos Andalucía llevará al Parlamento una proposición de ley para el Reconocimiento del 4D, una iniciativa legislativa que aspira a “formalizar el homenaje a la citada fecha y promover su conocimiento entre la sociedad a través de actos organizados por las instituciones y su inclusión en actividades escolares”. Su debate en la Cámara será la próxima batalla de esta 'guerra de fechas' que ya dura varias décadas.