“Te amo, cariño, y lo grito al mundo sin complejos de ningún tipo. Sigue adelante, corre, vuela, tú puedes hacerlo, estoy segura de eso, y si te caes alguna vez, estaremos muchos para levantarte. Adelante cariño, por Cadi”.

Así termina la carta de amor (y de política, pero más de amor que de política) que Teresa Rodríguez ha publicado en su cuenta de Facebook dirigida a José María González ‘Kichi’, alcalde de Cádiz y pareja de la coordinadora de Podemos Andalucía. Conmovida por el relato de una vecina que vio al al edil encajando con sus propias manos la tapa de un conducto de desagüe, Rodríguez escribió esa epístola que arrasa en las redes.

Más allá del capitalismo e incluso del anticapitalismo. Como esas mujeres que defienden a su ‘marío’ contra viento y marea o esas madres que proclaman sin complejos las virtudes no siempre reconocidas de su niño, la líder de Podemos ha decidido pasar de lo políticamente correcto y seguir su primer impulso: “Lo voy a publicar yo porque él no va a hacerlo”. Y vaya si lo ha publicado: un texto que es toda una declaración de amor privado y reconocimiento público al alcalde de Cádiz.

Un buen puñado de razones

Estas son algunas de las razones, todas buenas, por las que Rodríguez decide publicar su carta: “Porque lo veo preocupado todo el día, porque lo he visto apilando cartones que alguien descuidadamente ha dejado en medio de la calle, porque lo he visto preocupándose de cualquier persona que encuentra en la calle. Le he visto hacer compras para gente que estaba pasando fatiga…”.

Y luego, como una ‘mater –o una ‘amatrix– amatissima’, Rodríguez va desgranando sin complejos las virtudes privadas pero hasta ahora sin apenas proyección pública que adornan a González: cobra de alcalde lo mismo que cobraba de profesor, lleva trabajando desde los 18 años en los más diversos oficios, es entusiasta, incombustible, no es ni será nunca “como ellos”, sigue viviendo en un bajo de 40 metros... viviendo “conmigo, claro”, añade Teresa. Ese ‘claro’ haría las delicias de la (muy capitalista) prensa rosa.

Si los de Podemos salieran en las revistas del corazón, en el próximo número del ‘Hola!’ o del ‘Semana’ la portada a todo color y a toda página sería para la pareja andaluza de Podemos. Por fortuna para esta y por fortuna para las revistas, ambas viven en universos paralelos: una en el universo morado (que es de verdad pero a su modo es ficticio) y las otras en el universo rosa (que es de mentira pero a su modo es verdadero). 

Los otros (y las otras)

Debe ser la primera que primera vez que vemos una carta como esta en la política española, donde son bien conocidas las parejas en las que ambos ocupaban u ocupan cargos públicos. José María Aznar y Ana Botella. Felipe González y Carmen Romero. Josep Borrell y Cristina Narbona. Pertenecientes a generaciones más recatadas que las de Teresa, ninguno de ellos –ni de ellas– habría tenido jamás el desahogo y la despreocupación por el qué dirán como para declararle públicamente su amor a su pareja: “Te amo, cariño, y lo grito al mundo sin complejos de ningún tipo”.

De escribir algo así, Aznar o Felipe no habrían soportado el incesante choteo nacional y puede que hasta se les hubiera exigido la dimisión. Hoy, solo los más obtusos y sectarios se burlan de la epístola, entre moral y pastoral, de Teresa: un síntoma de que este país es hoy mejor de lo que fue.

Peligros epistolares

Siempre quedará, no obstante, la duda de qué habrían dicho dirigentes de Podemos, aunque seguramente no la propia Teresa, si a Carmen Romero o a Ana Botella se les hubiera ocurrido publicar una carta como esta. Mejor no pensar qué podría haber salido de la boquita de Pablo Iglesias. O de Monedero.

¿Deberían los políticos y las políticas publicar más cartas como esta? Mejor que no lo hagan. Y no porque la de Teresa no sea sincera y conmovedora, que lo es, o esté movida por el cálculo político, que no lo está, sino porque nuestro taimado e inestable microclima político no soportaría media docena de epístolas como esta: de inmediato, periodistas y adversarios se lanzarían al degüello de los amantes acusándolos de airear sus amores privados para hacerse perdonar sus pecados públicos. A Rodríguez todavía se la perdonamos porque 1) es joven, 2) no hay elecciones a la vista, 3) a Podemos se le perdonan más cosas que a otros partidos y 4 y principal) no volverá a hacerlo.