Parecen estar hablando de la Andalucía de hace 40 años pero en realidad están hablando de la Cataluña de ahora mismo. La interpretación que Podemos está haciendo de las movilizaciones del 4 de Diciembre de 1977 y del referéndum autonómico de 1980 ha desencadenado un agria controversia en las redes sociales con la participación directa de Pablo Iglesias, Teresa Rodríguez y Susana Díaz.

La posición socialista

La posición oficial de los socialistas andaluces volvían a explicitarla este sábado el número dos del partido y el número dos de la Junta. Juan Cornejo reprochaba a Iglesias la "falacia" de decir que es "similar" el 4-D o 28-F andaluz que el 1-O catalán, mientras que el vicepresidente, Manuel Jiménez Barrios, se preguntaba: “¿Cómo vamos a comparar cuando salimos a la calle para estar más y mejor en España en igualdad de condiciones con quien pretende hacer un referéndum para salirse de España?”.

La posición de Podemos

Lo que piensa Podemos lo explicaba Pablo Iglesias el jueves en un coloquio en Sevilla organizado por la cadena SER con motivo del 40 aniversario del 4-D: "Ojalá aquel espíritu de acuerdo político informe a las actuales élites políticas, para que entiendan que hay que dialogar, buscar un acuerdo y, si es necesario, modificar las leyes como se hizo entonces para dar conducto democrático a la voluntad del pueblo andaluz. El 4D –añadía– fue la lucha de un pueblo por cambiar las reglas del juego y negociar otras diferentes, [lo que la convierte] en un elemento útil ahora para tratar de construir un acuerdo en Cataluña”. 

Los datos del 28-F

Los datos del referéndum de 1980 donde los andaluces votaron si apostaban por una autonomía plena fueron estos: el censo era de 4,43 millones de andaluces. Votaron 2,84 millones (64 por ciento del censo), de los cuales 2,47 millones lo hicieron a favor (más del 55 por ciento de los censados y cerca del 90 por ciento de los votantes), 152.000 lo hicieron en contra y 200.000 votaron en blanco.

En Almería, los llamados a votar fueron 285.139 pero solo lo hicieron a favor de la autonomía de primera 119.550 (un 42 por ciento). Con la Constitución en la mano, Andalucía había fracasado y tendría que esperar cinco años para intentarlo de nuevo.

En lo que Podemos tiene razón

Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez tienen razón al afirmar que, si se hubiera aplicado estrictamente la ley, Andalucía no habría obtenido la autonomía plena que reclamaba, pues el sí en el referéndum del 28 de Febrero de 1980 no venció –como exigía con toda claridad el artículo 151 de la Constitución– en las ocho provincias por más del 50 por ciento del censo: venció solo en siete.

De hecho, socialistas y centristas pactaron un atajo para esquivar la Constitución: un pacto político permitió, en efecto, saltarse la ley. ¿Por qué pudieron saltársela? Pues porque la interpretación política de lo sucedido el 28-F era inequívoca: Andalucía se había ganado el derecho a la autonomía del 151 porque había triunfado el sí en siete de los ocho referéndum, un sí que sumaba casi el 90 por ciento de los andaluces que fueron a votar.

En lo que Podemos no tiene razón

Teresa Rodríguez tienen razón al afirmar con rotundidad: "Hubo que cambiar la ley para que se hiciera realidad el 28F". En lo que la tiene mucho menos es en la equiparación que implícitamente viene haciendo entre lo sucedido entonces en Andalucía y lo que sucede ahora en Cataluña.

Entonces fue posible saltarse de modo consensuado la Constitución por la puerta de atrás, utilizando para ello la gatera de una ley orgánica, porque la voluntad autonomista de los andaluces no admitía réplica; en cambio, la voluntad independentista de los catalanes sí que admite réplica, y mucha: tanta que si se aproximara siquiera lejanamente a aquel 90 por ciento de andaluces que reclamaban la autonomía, lo que ahora estaríamos discutiendo es cómo nos saltábamos –o modificábamos– la Constitución para dar cumplimiento a una voluntad popular que hoy está muy lejos de ser ni mayoritaria ni, desde luego, inequívoca.

El 28-F y la posverdad

Donde tampoco razón los dirigentes de Podemos es en su pretensión de equiparar el incumplimiento constitucional de Andalucía en1980 con el incumplimiento constitucional de Cataluña en 2017. Llamar ‘derecho a decidir’ a lo que hicieron los andaluces el 4-D y el 28-F es mucho llamar, si es que no se trata de posverdad pura y dura: es retorcer la historia hasta hacerle decir lo que uno quiere que diga.

Las movilizaciones populares de 1977 que tendrían su culminación institucional en 1980 y su plasmación jurídica en el Estatuto aprobado en 1981 reclamaban que Andalucía no se quedara atrás en autogobierno: en autonomía, los andaluces querían ser como el que más y eso es lo que consiguieron. Pero lo consiguieron según la ley de la calle, no según la ley constitucional. El triunfo del sí encajaba como un guante en el espíritu de la ley pero no así en su letra.

Una discrepancia de fondo

Desde el Partido Socialista nunca se ha negado aquel ‘apaño’, por lo demás imposible de negar. Lo que irrita a los socialistas es la pretensión de los morados de blanquear el desafío catalán instrumentalizando para ello la historia andaluza. La presidenta Susana Díaz escribía horas después del coloquio celebrado el jueves en Sevilla entre Teresa Rodríguez y el líder de Podemos: Pablo Iglesias reescribe con mentiras la historia de Andalucía. El 28F reclamamos igualdad dentro de la Constitución. No es ignorancia, sino mala fe”. A lo que Iglesias respondía: “Señora Díaz, los andaluces consiguieron el 4D y el 28F lo que la Constitución casi hacía imposible y lo que no permitía la Ley”.

En realidad, ambos dirigentes habrían podido estar de acuerdo si de lo que hubieran estado hablando fuera la Andalucía de 1980 y no la Cataluña de 2017. El PSOE y Podemos nunca se pondrán de acuerdo sobre el pasado andaluz porque no lo están sobre el presente catalán.