Por motivos que los profanos no suelen comprender demasiado, la ruina de las grandes empresas y corporaciones rara vez suele ir acompañada de la ruina de los ejecutivos que las condujeron a esa ruina y que en ocasiones no solo no salen malparados sino con los bolsillos llenos. Uno de esos casos llega ahora a los tribunales.

La Audiencia Nacional juzga desde hoy a la antigua cúpula de Abengoa, entre ellos su expresidente Felipe Benjumea y el ex consejero delegado Manuel Sánchez Ortega, para quienes la Fiscalía pide cinco años y cuatro años y tres meses de prisión, respectivamente, por presunta administración desleal.


Junto a ambos, se sentarán en el banquillo la que fuera presidenta de la comisión de Nombramientos y Retribuciones en la época -septiembre de 2015- Mercedes Gracia, y dos de sus consejeros Alicia Velarde y Antonio Fornieles, que se enfrentan a entre tres y cuatro años y medio de cárcel por idéntico delito.


El caso

El caso de la multinacional andaluza Abengoa tuvo algo de paradigmático en el contexto general de la crisis financiera mundial: hundida en Bolsa, expulsada del selecto Ibex 35, en preconcurso de acreedores y una deuda bruta de 8.903 millones de euros, a mediados de noviembre de 2015 sus 25.000 trabajadores dispersos en 80 países se enteraban estupefactos de que el hijo del fundador y presidente de la compañía, Felipe Benjumea, se asignaba 11,48 millones de euros como indemnización por “cese anticipado y obligación de no competencia post-contractual”, según recogía el informe de las cuentas de los nueve primeros meses de este año remitido por la compañía a la CNMV.

La nota explicaba que esa cantidad era “el equivalente al 100% de la retribución percibida por cualquier concepto en el ejercicio inmediatamente anterior” y desglosaba así la cifra: 4,48 millones de indemnización por salario y una bonificación por permanencia de otros 7 millones de euros.

Las cantidades

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, los tres habrían acordado el pago a Benjumea y Sánchez Ortega de 11,4 y 4,5 millones de euros, respectivamente, en concepto de indemnización por su cese anticipado, a sabiendas de que la compañía "ya atravesaba una grave crisis, y se estaba a punto de negociar o se había negociado con los bancos financiadores y aseguradores de la ampliación de capital", informa Efe.

El 24 de septiembre de 2015, tras conocerse ambas marchas, Abengoa comunicaba a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que HSBC, Banco Santander y Credit Agricole se habían comprometido a asegurar 465 millones de euros en la ampliación, si bien señalaba la suspensión del pago de dividendos a sus accionistas como medida para reducir el endeudamiento de la empresa.


La denuncia de los bonistas

Apenas dos meses después, Abengoa presentaba en los juzgados mercantiles de Sevilla una solicitud de preconcurso de acreedores, lo que unido a la salida de su cúpula motivó la interposición de acciones legales por parte de los bonistas de la compañía.
Durante la instrucción del caso, varios de los acusados alegaron que el cese de Benjumea como presidente ejecutivo no fue sino una "exigencia innegociable" de entidades como Banco Santander, versión que refuta el fiscal José Perals, que alude a una "salida voluntaria" pues "no consta que nadie dentro de Abengoa, y mucho menos de su Consejo le obligara o coaccionara, ni siquiera aconsejara, la adopción de tal decisión".


Agradecimiento de 7 millones

En este sentido, reprocha que los miembros de la comisión de Nombramientos le concedieran una bonificación por permanencia de 7 millones de euros "como agradecimiento", a pesar de incumplir con los requisitos establecidos por contrato, entre ellos tener más de 65 años, ya que Benjumea acababa de cumplir 58.


Con todo, considera que Benjumea mantuvo sus vínculos pues en la misma sesión del Consejo de Administración "fue nombrado consejero dominical y presidente no ejecutivo", y se propuso la firma de un contrato de prestación de servicios de asesoramiento "en relación con las funciones que venía desempeñando en la sociedad hasta ese momento" con una retribución de 1,1 millones de euros.
 Cantidad que, aseguran a Efe fuentes próximas a Benjumea, nunca llegó a percibir, y apuntan a que sus labores únicamente fueron como asesor, no como presidente no ejecutivo, pues el cargó recayó en José Domínguez Abascal.


La Fiscalia no se conforma

De igual modo, la Fiscalía cuestiona el cobro de 4,5 millones tanto por el expresidente como por Sánchez Ortega en concepto de confidencialidad pos-contractual, no sólo porque "no se había extinguido en ninguno de los dos casos, sino porque ninguno de los dos precisaba asegurarse de una estabilidad económica tras su contrato".


Para Gracia, Velarde y Fornieles, que posteriormente pasó a presidir la firma por espacio de cinco meses, el Ministerio Público pide 3 años y medio de prisión y una multa de 36.000 euros para cada uno de ellos; además, solicita que indemnicen con 11,5 millones a Abengoa de forma conjunta y solidaria con Benjumea.
Una cuantía que desciende a 4,4 millones en el caso de Sánchez Ortega.