No hay encuestas andaluzas recientes, pero las que se vienen publicando sobre estimación de voto a nivel nacional traen indirectamente buenas noticias para los socialistas andaluces que lidera Susana Díaz. Desaparecidas no las diferencias pero sí el ruido interno en el Partido Socialista, este parece ir recuperando poco a poco posiciones y alejándose lenta pero perceptiblemente de Podemos.

Si las previsiones para el PSOE federal son buenas eso debe significar que su principal granero de votos, que es Andalucía, se mantiene intacto: teniendo en cuenta que los socialistas no solo no logran remontar en su otro gran feudo histórico que es Cataluña, sino que –según una encuesta publicada este domingo por El Español– el PP consigue adelantarlos con un 10,5 por ciento frente a un 10,1, la explicación del buen comportamiento global de los votantes del PSOE residiría en la fidelidad del ‘ejército de reserva’ del sur. Así lo piensan al menos dirigentes andaluces.

Dos encuestas

Según la encuesta de Sigma Dos para El Mundo, el PP conseguiría ahora el 30,8 % de los votos en unas hipotéticas elecciones generales (en junio de 2016 logró el 33 %), en tanto que el PSOE obtendría un 3,7 % más de apoyos que hace un año (26,4 % frente al 22,7 % que tuvo entonces) y Podemos retrocedería al 19,5 % pues en junio de 2016 obtuvo un 21,6 %. Ciudadanos bajaría muy ligeramente: un 0,4 %, ya que Sigma Dos le da un 12,7 % en intención de voto frente al 13,1 % de votos en junio de 2016.   

Por su parte, la encuesta de GAD3 para ABC también sitúa en primera lugar al PP, que obtendría el 31,9 % de los sufragios frente a un 23,9 de los socialistas, un 18,3 de Podemos y un 15,8 de Ciudadanos.

Alivio en Ferraz y San Vicente

La distancia entre el PSOE y Podemos supone un alivio para Ferraz, que consolida una horquilla de entre cinco y siete puntos a su favor.

Mientras, en clave andaluza cabría extraer provisionalmente varias conclusiones, aunque la principal de ellas es que el mapa salido de las autonómicas de 2015 se mantendría intacto y que, en consecuencia, la aspiración del PP de Juanma Moreno de desalojar a Susana Díaz merced a un pacto con Ciudadanos tiene de momento pocas agarraderas estadísticas.

Dos elecciones

Recordemos los datos de aquellas andaluzas de dos años atrás: PSOE, 35,4 por ciento y 47 diputados; PP, 26,7 por ciento y 33 escaños; Podemos, 14,8 por ciento y 15 diputados; Ciudadanos, 9,2 por ciento y 9 escaños; IULV-CA, 6,9 por ciento y 5 escaños.

Peores fueron las noticias para la izquierda un año después en las generales del verano de 2016: el PSOE bajaba al 31,2 por ciento y la suma de IU y Podemos se reducía a un 18,5 por ciento, casi cuatro puntos menos de lo que ambos habían sumado por separado en las autonómicas. El centro derecha de PP y Cs mejoraba, en cambio, posiciones: el primero ganaba casi siete puntos y el segundo cerca de cinco.

El PSOE se blinda

De nuevo, pues, pero con más claridad que en otras ocasiones, los andaluces volvían a votar de modo distinto en generales que en autonómicas.

El ‘regreso’ de Susana Díaz a Andalucía tras el fiasco de las primarias y la enérgica recuperación de la oferta pública de empleo en sanidad y educación, visiblemente deterioradas por los recortes presupuestarios durante la crisis, podrían reducir drásticamente el alcance y la eficacia de los reproches más recurrentes al PSOE desde su derecha y desde su izquierda.

Cosas que no sabemos

Aun con todo, el clima político sigue mostrando signos de una marcada volatilidad. Tanto, que es que muy comprometido hacer previsiones a medio plazo. Hay demasiadas cosas que no sabemos: no sabemos cómo afectarán al PP los juicios pendientes por corrupción; no sabemos cómo afectará al PSOE el macrojuicio de los ERE que comienza en diciembre; no sabemos cómo afectará la crisis catalana a las expectativas electorales de todos los partidos, pero muy particularmente de Podemos teniendo en cuenta los equilibrios que se está viendo obligado a hacer ante el referéndum ilegal del 1-O para, por una parte, conservar a sus votantes catalanes más soberanistas y, por otra, no espantar a sus votantes españoles más constitucionalistas.