Lo ocurrido el sábado en un camino rural de la sierra de Cádiz parece de película. De película mala, de esas de serie B en las que desde el primer minuto se sabe quién es el malo porque él mismo se ocupa de poner cara de malo y el detective solo tiene que hacer un par de comprobaciones para demostrar su culpabilidad, mientras que los polis hacen el ridículo empeñados en encerrar al bueno. El nombre del protagonista de esta a ratos vibrante pero a la postre mediocre película rodada en la Sierra de Cádiz es Juan Clavero Salvador.

El líder ecologista más conocido de Andalucía y de cuya trayectoria intachable dan cuenta personas, partidos, instituciones y ¡hasta periodistas!, era detenido en un control de la Guardia Civil llevado a cabo en un camino rural perdido en la serranía gaditana tras una protesta de Ecologistas en Acción en la que participó Juan, quien después de la misma trasladó en su furgoneta a un desconocido que así se lo pidió y que se había hecho pasar por activista de Jerez, aunque la organización ecologista lo relaciona con alguna de las fincas donde se llevaron a cabo las protestas en favor del uso público de los caminos de la Sierra de Grazalema. Cuando Clavero regresaba a casa por esa pista rural poco transitada, un oportuno control de la Guardia Civil lo paraba, registraba minuciosamente su furgoneta y encontraba bajo el asiento del copiloto un sobrecito con droga. ¡Ajá, aquí hay colillas, aquí han fumado! Queda usted detenido.

Operación redonda. Cien por cien. Uno de uno. ¡¡¡Bingo!!!: un coche parado, un delincuente detenido. Éxito policial. O por lo menos periodístico. Tal vez no haya delito, pero es seguro que hay noticia. La cuestión es cuánto va a durar la ‘buena’ noticia. Si el juez y la Guardia Civil hacen bien su trabajo no parece que aguanten mucho tiempo en portada los titulares –algo viles– que alegremente han llegado a llamar ‘narco’ a Clavero.

El líder ecologista ha recalcado, en una entrevista en Diario de Cádiz firmada por Teresa Almendros, que pidió a la Guardia Civil que, por favor, registraran su casa aunque no tuvieran orden judicial para ello, para así apuntalar su inocencia: “No aparecí por casa hasta las ocho de la tarde, para el registro, con ocho coches de la Guardia Civil y esposado”.

Por desgracia, no todo son buenas noticias. La audaz operación policial no se vio culminada, ¡madlita sea! por la presencia de cámaras y fotógrafos esperando a Clavero a la puerta de su casa para inmortalizar el histórico momento y sacarlos en los telediarios. ¡Ya no se puede uno fiar de nadie! ¿Detienes por tráfico de droga a un ecologista de postín, encima andaluz, y no lo grabas? ¿Pero esto qué es? ¿Dónde está la profesionalidad, el rigor, el trabajo bien acabado? Alguien debería dimitir ya mismo.