El principal interrogante del caso Maloma es si la chica está retenida a la fuerza por su familia biológica en los campamentos de Tinduf adonde viajó en diciembre de 2015 desde Sevilla, su lugar de residencia desde hacía más de diez años en el seno de una familia adoptiva que inicialmente la acogió en el marco de los programas de vacaciones para niños saharauis.

Para el Frente Polisario es un mero conflicto entre la familia adoptiva de Sevilla y la familia biológica saharaui. Para José Morales, su padre adoptivo, se trata en cambio de un problema político en el que debería intervenir con contundencia el Gobierno de España porque Maloma es ciudadana española.

Un espacio neutral

La hipótesis de Morales de que Maloma está siendo retenida a la fuerza no está confirmada plenamente, pero es la más verosímil dado que la familia biológica de la joven no da respuesta a la propuesta de José: que Maloma sea trasladada “a un espacio libre donde ella pueda expresarse con seguridad y garantía de que va a poder ejercer el derecho a llevar a cabo su decisión” de regresar a Sevilla o quedarse en Tinduf.

Pese a lo razonable de la solicitud, la posición de Morales se ha visto estos días erosionada por su relato de que, días atrás, Maloma se había intentado suicidar ingiriendo matarratas, si bien habría logrado salvar la vida al ser trasladada al hospital de Rabouni. Horas después de su denuncia, Maloma aparecía en vídeo desmintiendo rotundamente que hubiera intentando quitarse la vida como aseguraba su padre adoptivo.

Desmentido médico

Y no solo lo desmiente ella: el médico español Ignacio Calatayud Gómez, miembro de un grupo de facultativos que trabajan en el Hospital Nacional de Rabouni prestando atención sanitaria a los refugiados, subía el miércoles por la noche este testimonio personal a su cuenta de Facebook: “Hemos podido contactar con Maloma y visitarla en su casa, habiendo comprobado que su estado de salud es normal. Ella –continúa Calatayud- nos ha pedido que difundiéramos este testimonio en aras a desmentir la información publicada” sobre su supuesto intento de suicidio.

 El texto va a acompañado de imágenes donde puede verse a una sonriente Maloma junto al doctor Calatayud.

Una nota poco esclarecedora

La propia Delegación Saharaui para España exigió en un comunicado una rectificación a los medios que habían publicado la noticia del intento de suicidio. Aun así, la nota de prensa de los representantes en España del Gobierno de la República Araba Saharaui Democrática no aclaraba si Maloma está o no retenida en contra de su voluntad, sino que se limitaba a afirmar que en el vídeo “quedaba clara su voluntad” de permanecer en Tinduf y denunciaba “fervientemente todos los intentos de manipulación que se están llevando a cabo en este caso [para] debilitar y dañar la lucha del pueblo saharaui”.

“¿Por qué Maloma es española?”

Fuentes próximas al Polisario y conocedoras del caso Maloma admiten en conversación con EL PLURAL que la controversia en torno a joven “está dañando la imagen del movimiento saharaui”, pero insisten en situar el conflicto en un ámbito estrictamente familiar: “Veamos, ¿por qué Maloma es española? Tú no puedes coger a una chica y cambiarle el apellido así como así, sin consultar a la familia de ella”.

Las mismas fuentes admiten que la familia de Maloma no ocupa precisamente un lugar privilegiado a la escala social que existe entre los refugiados: son muy pobres y ella es la única mujer de la familia. ¿Eso significa que la casaron a la fuerza y que la retienen en Tinduf contra su voluntad? Las fuentes consultadas no sabrían decirlo, pero sí recalcan que entre los refugiados ha cundido el recelo y la desconfianza hacia familias españolas que quieren “quitarles a sus hijas”.

Son refugiados pero tienen su dignidad, explican las fuentes, que se preguntan: “Si su familia no quiere que regrese a España, ¿eso es secuestro?”. Y añaden este dato: “La asociación de mujeres saharauis es muy activa en los campamentos saharauis es muy activa y no se cruzaría de brazos si así fuera”.

Una situación embarazosa

El caso está, en efecto, perjudicando la imagen del Frente Polisario y de los refugiados porque traslada una idea de sociedad tribal que no respeta los derechos de las mujeres, lo cual resulta particularmente embarazoso para un movimiento que en España siempre ha contado con la simpatía de las fuerzas progresistas: inicialmente del PSOE y de Izquierda Unida, pero desde hace años solo por esta última formación desde que los socialistas –con bastante mala conciencia, por cierto- fueran virando hacia posiciones mucho más cercanas a Rabat que al Polisario.  

Política y familia

No es improbable que el propio Gobierno saharaui prefiriera incluso un desenlace favorable a la familia adoptiva y que Maloma regresara a Sevilla si ese fuera su deseo, pero probablemente las autoridades del Polisario no tengan todo el margen de discrecionalidad que desearían: contravenir la voluntad y las costumbres patriarcales de una familia de refugiados no sería políticamente muy popular en los campamentos.

Lo recordaba José Morales en su comunicado de ayer: tras ser "secuestrada por su hermano el 12 de diciembre de 2015", Maloma "estuvo cuatro meses cautiva, aislada e incomunicada en los territorios del Sáhara controlados por el Frente Polisario, de donde sólo salió cuando fue liberada por una intervención militar de efectivos del Polisario. Liberada porque estaba secuestrada, algo que duró sólo unas horas porque el Frente Polisario no supo ni pudo contener una revuelta social en los campamentos".

Esa ‘revuelta’ habría estado motivada precisamente por la indignación de los refugiados contra los ‘españoles que quieren robarles a sus hijas’. Los mismos españoles cuyos gobiernos, en su opinión, les han dado la espalda.