Algo ha debido ocurrir en los últimos 11 días, entre el 16 y el 27 de junio, para que el Obispado de Córdoba haya dado un abrupto giro a su gestión del caso del cura condenado por la Audiencia Provincial a cinco años de prisión por abusos sexuales a un niña de 10 años.

Si tras conocerse el pasado día 16 la sentencia condenatoria el Obispado se enrocó, para escándalo de la opinión pública, manteniendo al sacerdote en su actual destino de Espiel, hoy ha trascendido que el párroco ha sido relevado aunque sin asignarle un nuevo destino. I.M.V., de unos 50 años de edad, fue trasladado en su día desde Villanueva del Duque, donde sucedieron y se denunciaron los hechos, a una parroquia de la cercana localidad de Espiel.

Una veintena de cambios

La noticia la ha adelantado hoy el digital cordobés Cordópolis. El relevo del sacerdote se ha producido a raíz de la decisión del Obispado de cambiar los destinos de casi una veintena de sacerdotes de toda la provincia.

La institución eclesiástica, de la que es titular monseñor Demetrio Fernández, no ha revelado ningún dato más sobre el destino pastoral del sacerdote, aunque el hecho de haber incluido su nombre junto a dos decenas más de traslados podría sugerir una cierta intención de camuflar la rectificación.

Un filón de oro

Cuando se conoció la sentencia, el Obispado anunció que no tomaría ninguna decisión sobre el condenado hasta que la sentencia fuera firme. Demetrio Fernández pareció respaldar implícitamente al condenado al subrayar en un comunicado público que, "haciendo uso de su derecho de recurrir la sentencia, seguirá defendiendo su inocencia y presentará recurso de casación ante el Tribunal Supremo, ya que considera que no son ciertos los hechos denunciados".

Las opiniones de monseñor Fernández en materia sexual y reproductiva son de una radicalidad que ha hecho célebre su nombre. Aunque crítico con la pederastia, en 2010 aseguraba que los enemigos de la Iglesia habían encontrado un "filón de oro"para desprestigiarla con los casos de abusos a menores y los acusó de ofrecer "de manera calculada" algunas gotas de este "elixir, que es placer de demonios" cada día. 

Los hechos

Aunque el párroco se declaró inocente ante los jueces, la Fiscalía y la acusación solicitaron una pena de seis años de prisión y diez años de orden de alejamiento para el sacerdote, mientras que la defensa pidió la absolución, todo ello después de que fuera denunciado por los padres de la pequeña monaguilla en abril de 2015 ante la Guardia Civil, que detuvo al sacerdote, que solo llevaba tres años ejerciendo en dicha zona norte de la provincia cordobesa.

En fecha no concretada, alrededor del mes de enero de 2015, y hasta el día 24 de abril de 2015, supuestamente aprovechando la relación de superioridad que tenía sobre la menor, "no solo por la edad, sino también por la estrecha relación que tenía con sus padres y sobre todo del hecho de ser también sacerdote al que ayudaba como monaguilla", se produjeron diversas situaciones en las que el procesado presuntamente le realizaba tocamientos, "con intención de satisfacer sus deseos sexuales".