Los morados eran nuestra última esperanza. Verás como estos sí que sí le dicen a la Iglesia lo que hay que decirle, todo lo que el socialismo esquinado y pactista no se atrevió a decirle, todo lo que tantos alcaldes de Izquierda Unida esquivaron prudentemente en materia de Vírgenes, Romerías, Custodias, Procesiones y Simpecados.

¿Tú también Podemos?

Pero, ay, también Podemos ha vendido su fe laica por un puñado de votos. El alcalde de Cádiz y su grupo Por Cádiz Sí Se Puede votaban la semana pasada a favor de la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad a la Virgen del Rosario. Justificándose en vanos argumentos sobre la religiosidad popular y agarrándose al clavo ardiendo del respeto a la genuina devoción del pueblo soberano, Podemos ha hecho lo mismo que viene haciendo el resto de la izquierda desde hace 30 años: pactar con la realidad para no perder votos antes que intentar cambiarla siendo coherente con las propias ideas.

La izquierda española se pasó de anticlerical en la República y se ha pasado de meapilas en la Restauración. Que lo haya hecho el PSOE pudimos entenderlo y hasta perdonárselo alguna vez: mientras el gato socialista cazara ratones, lo demás daba un poco igual; ahora, por cierto, que la globalización lo ha convertido en un minino desdentado, no estaría mal que fuera recuperando alguna de sus antiguas esencias. No se trata de que vuelvan a quemar iglesias como antaño, pero podrían ir cortándose un poco y tomarse en serio el laicismo que  dicen profesar... cuando no gobiernan.

Una homilía por lo civil

Ahora bien, ¿es lo mismo que Podemos haga lo mismo? Su intelectual de guardia Juan Carlos Monedero se apresuró a argumentar en un artículo que cómo va a ser lo mismo, ¡por Dios! Desaprovechando una excelente ocasión de callarse y desplegando argumentos inequívocamente sofísticos, el escoliasta Monedero sale en auxilio del alcalde 'Kichi' para sostener que las Vírgenes condecoradas por los otros son malas pero las condecoradas por Podemos son buenas.

He aquí un párrafo de su homilía: “Porque la Virgen de los humildes, aun siendo cierto que trabaja más tiempo para los poderosos que para los pobres, ayuda a que los golpeados imaginen la vida un poco menos miserable. Y eso, nos guste más o menos, hay que respetarlo”. Como en Roma lean su artículo, igual le promueven un proceso de beatificación.

La cobardía electoral de José María González ‘Kichi’ al otorgar esa medalla a la Virgen de Cádiz le hace al acobardado laicismo hispano un daño irreparable, pues Podemos es el único partido –todavía joven, auténtico, vigoroso– que podía hacer otra cosa distinta de la que ha hecho, pero al cambiar convicciones por votos se ha transfigurado él mismo en la casta que tanto desprecia.

Cuestión de ética

Ciertamente, cuando se está en política la ética de la responsabilidad siempre acaba imponiéndose a la ética de las convicciones. De hecho, suele ser preferible que así sea. Los kantianos se convierten de un día para otro en weberianos. Podemos ya no podrá ponerse estupendo en materia de laicidad o aconfesionalidad del Estado. A ‘Kichi’, sencillamente, le ha faltado coraje al suponer que le habría sido imposible explicar a sus votantes marianos su razonable posición contraria a la medalla.

En verdad te digo, hermano José María: ¡Cuánto has errado con tu tibieza! Una maldición habrá de perseguirte por tu pecado. Auguro que en tus largas noches de insomnio, cuando arrecie el feroz levante gaditano aullando por los solitarios callejones del barrio de la Viña, una vocecita acusadora no dejará de susurrarte una y otra vez al oído el temible versículo 16:26 de Mateo: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare el mundo pero perdiere su alma?”.