Aunque todavía no hay datos oficiales, la candidatura de Virginia Pérez se ha impuesto anoche a la del presidente Juan Bueno por un puñado de papeletas en una votación extremadamente reñida donde, inusualmente, participaron más de 5.000 afiliados del PP para elegir los más de 800 compromisarios que, a su vez, participarán en la elección del nuevo presidente del partido en Sevilla.

No obstante, tendrá que ser el comité organizador del congreso el que ratifique hoy el resultado, sobre el cual circulaban esta madrugada dos versiones: los críticos de la candidata auspiciada por el expresidente regional Javier Arenas aseguraban haber ganado por 54 votos, mientras que el equipo del candidato Juan Bueno, a quien respaldan los ministros Juan Ignacio Zoido y María Dolores de Cospedal, rebajaban la ventaja a solo 4 votos. Precisamente la votación se retrasó 24 horas por las denuncias de irregularidades en el censo.

Reparto de puestos

Según el pacto alcanzado ‘in extremis’ por ambas partes esta semana merced a la presión combinada de Génova y San Fernando –sede del PP andaluz–, la candidatura ganadora pondría al presidente del partido, en este caso presidenta, mientras que de la lista perdedora saldría el número dos de partido. Los órganos directivos también tendrían miembros de las dos candidaturas.

“Me corto la mano”

Sin embargo, esa cohabitación parece poco menos que imposible: de hecho, horas antes de comenzar la votación Virginia Pérez advertía que antes, si perdía, antes que integrarse en el equipo de Bueno se “cortaba una mano”.

La obsesión de la dirección nacional y regional del partido era llegar al congreso del 21 de mayo con una sola lista, para evitar una imagen de división interna que de todos modos ha trascendido dramáticamente durante el proceso congresual. El partido está hoy más roto que nunca.

Un papel ambiguo

Lo que no ha quedado claro en todo el conflicto ha sido el papel exacto que ha jugado el presidente regional, Juanma Moreno. En teoría, estaba alineado con el bando de Virginia Pérez, dado que él no era el candidato de Zoido y Cospedal para ocupar la presidencia del partido en 2014 y ambos ministros han apostado públicamente por Juan Bueno. Aun dando por sentado que Pérez fuera su candidata, la factura del espectáculo de división interna ofrecido por el partido en Sevilla será cargada en la cuenta de Moreno.

En todo caso, la figura del presidente ha quedado visiblemente erosionada. El primer mandamiento orgánico de Mariano Rajoy es garantizar la paz interna, y Moreno no lo ha conseguido en la provincia andaluza más eminente. También ha habido conflicto, aunque de menor trascendencia pública, en Jaén, Granada y Córdoba.

El proceso congresual, que estrenaba nuevas normas con la instauración de un cauto sistema de primarias, era el idóneo para que Moreno demostrara su autoridad interna como presidente del partido. Aunque pareció haberlo logrado al impedir que los presidentes 'adversarios' de Córdoba y Jaén optaran a la reelección, no ha dado la sensación en absoluto de que Moreno tenga el partido bajo control: una mala carta de presentación en cualquier partido, pero mucho más en el tradicionalmente autoritario PP.