Sabido es que quienes escribimos en los periódicos, sean estos prensa de soporte tradicional de papel o digital, tenemos la servidumbre de la actualidad y, a menos que seamos Manuel Alcántara, que ese escribe todos los días, participamos semanalmente de la ruleta de la actualidad según la cual los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa cuadran más o menos con la jornada de nuestra publicación (la mía viene siendo los domingos) pensando más que nada en el día de mayor asueto y disponibilidad de los lectores, aunque lo que ya no puede uno controlar es que Fidel Castro, dentro de la gravedad endémica con la que venía conviviendo desde hace varios lustros, fuera a morir un viernes, cuando uno acababa precisamente  de terminar y enviar el artículo semanal para la edición del domingo 27, hablando de las intransigencias y homofobias que salpimentan nuestra sociedad en tiempos tan poco tolerantes como los que ahora nos acaescen. Y siempre nos queda la duda de si para cuando nos toca comentar el óbito del Comandante no es demasiado tarde y además ya se ha dicho todo al respecto y poco queda que añadir que no sea pesadez redundante y poco original, como si llegáramos tarde para tratar del tema.

De modo que, a estas alturas del tiempo informativo ya se sabe quién era Fidel y cómo su ideario, cuántos cientos de amantes tuvo y cuántas veces y con qué armas o procedimientos intentaron asesinarlo o cómo logró burlarlos para conseguir despedirse de amigos y enemigos desde su lecho de muerte sin ser víctima de la rapacidad informativa y económica de su propio yerno como le ocurrió al por otra parte todopoderoso general Franco con el impresentable marqués de Villaverde. Por eso es de alabar la eficacia y dignidad informativa con la que el castrismo oficial ha preservado el relato de la muerte del principal protagonista de la Revolución Cubana casi setenta años después de su acontecer efectivo y el modo auténtico y bipolar como nos ha llegado a los espectadores del evento: la simpatía y el respeto de quienes hemos considerado globalmente positiva la labor y la figura de Fidel y el rechazo intransigente de las víctimas y los enemigos de la Revolución.

Para empezar, replicaré a quienes desmerecen la valía democrática de Fidel, frente al valor de la democracia española por nuestra Monarquía costitucional olvidando quién nombró Rey a Juan Carlos y qué poco se hizo para convalidar democráticamente ese nombramiento si no fue el sometimiento borbónico primero al continuismo ortodoxo y luego al parabién del grueso de los países europeos con la entrada española en la OTAN. Y continuaré alabando al prócer santiaguero recordando cómo consiguió contener y derrotar la ofensiva yanki anticubana, el bloqueo político y económico y la presión anticomunista a treinta kilómetros de la Florida quedándole aún fuerzas para expandir alianzas con distintos países del espacio Centro y Suramericano a pesar del escarmiento de las pretensiones del Che por exportar el Castrismo a varias regiones del Continente y de haberlo reintentado y conseguido en Bolivia bien que con propuestas diferentes de un castrismo insurgente, primero y de otra variante más pacífica después con Evo Morales. En líneas generales podemos afirmar que la influencia continental de Fidel se amplió a todo el mundo no comunista y se multiplicó en diversas propuestas revolucionarias inter y multigeneracionales que fueron desde el Mayo del 68 frencés hasta la Revolución de los Claveles portuguesa y los movimientos de Liberación africanos de Angola, Mozambique y las Islas de Cabo Verde, pasando por la Revolución Suafricana que encabezó con enorme tacto e inteligencia por Nelson Mandela. Incluso en el Sudeste Asiático, en el convulso Oriente Medio, en Palestina y en el Mediterráneo Sur se pudieron encontrar influencias castristas tanto en sus respectivos Movimientos de Liberación Nacional  como en el modo de ejercer Cuba allí su solidaridad internacional y su visión peculiar del internacionalismo proletario.

Lo que no empecía un ápice las muchas críticas interesada y feroces que en todo momento salieron del anticastrismo más radical de la Florida y del exilio cubano madrileño, tan extremoso ambos como radical fue la forma como el castrismo ortodoxo tuvo que defenderse de ellos extenuado como estaba por la fuerza intransigente del bloqueo.

Incluso la amplitud del periodo revolucionario en el tiempo y en el espacio determinó una variedad tan profusa en las alianzas como en las corrientes de simpatía en la esfera internacional lo que permitió respirar al régimen castrista e ir sorteando las asechanzas a que fue sometido por sus enemigos. Y eso, no solo en el estrato colectivo de la simpatía y el sentimiento filocubano de las naciones y los pueblos, como en el individual que determinó el gran movimiento del turismo internacional hormiga que tanta ayuda y solidaridad sociopolítica proporcionó a la isla en forma de medicinas, instrumental médico, alimentos, ropa, libros, objetos de escritorio y artículos de primera necesidad y apoyo material y espiritual en toda clase de elementos aportados por los viajeros de modo gratuito y desinteresado.

Y entiéndase bien que estos comportamientos solidarios se ejercieron generalmente desde la simpatía con los cubanos, su régimen político y sus gobernantes a quienes se les reconocía el valor de luchar por su independencia del coloso morteamericano y contra la crueldad extrema de las medidas del bloqueo de tal modo que, si se hiciera una encuesta internacional objetiva sobre la bondad de las medidas de acercamiento y distensión propuestas recientemente por la administración Obama, se obtendría una respuesta muy favorable de los encuestados muy por encima y por debajo de su adscripción ideológica y sociopolítica.                

Por todo lo cual debo romper aquí una lanza por la abnegación del pueblo cubano y la inteligencia y acierto de sus dirigentes para mantener a salvo la voluntad y la independencia nacionales en un mundo tan injusto y desigual como el que nos ha tocado vivir ymás cuando se trata de un país que nunca se desentendió de pertenecer a la Comunidad Hispana de Naciones donde se comparten lengua, historia y sentimientos con otros muchos pueblos y naciones, hoy vilipendiados por el inminente presidente yanqui coincidiendo con un pésimo desenvolvimiento de las relaciones interamericanas a las que recientemente tanto nos hemos esforzado para contribuir las penúltimas autoridades norteamiricanas y gran parte de las otras naciones, de sus respectivas clases dirigentes de entre las que Fidel Castro ha destacado en los últimos tiempos.

Ojalá pronto la prudencia y la tolerancia se reinserten en el curso de los acontecimientos mundiales con la aportación realista e inteligente de personas como el ex Presidente cubano recientemente fallecido de quien me despido emocionado con la fórmula habitual ¡Hasta luego, compañero!