Podemos tiene mal perder. Son el partido más puro del arco político y la pureza, a poco que no se la sujete, suele tender a la intransigencia y el sectarismo. Cada vez que se publica una información que les incomoda, culpan de ello al Gran Capital.

Sobre la ventajosa reventa de un piso de promoción pública por su senador Ramón Espinar, todos en Podemos han culpado unánimemente a la diabólica Prisa pero nadie ha desmentido una información que arroja, como mínimo, dos preguntas que sería importante contestar: una, por qué Espinar tuvo la suerte de que le ‘tocara’ un piso protegido en condiciones muy ventajosas; y dos, dado que finalmente no podía pagarlo, por qué no se limitó a devolverlo y recuperar así el dinero ya entregado, en vez de escriturarlo y revenderlo con una plusvalía de 20.000 euros. Los apuros políticos del senador por Madrid provienen precisamente de que no puede contestar a ninguna de esas dos preguntas.

Podemos ha salido en tromba para asegurar que no hay ningún problema ético, pero sí que lo hay. ¡Pues claro que lo hay! En realidad, eso es lo único que de verdad hay en este caso: un problema ético. Y además es imposible ocultar que lo hay. ¿Y por qué? Pues porque la ética está al alcance de todos, porque de ética entiende todo el mundo. No ocurre con la ley o con el derecho, pero sí la ética. De leyes solo entienden los expertos; de ética entendemos todos. Por eso Espinar tiene un problema.

Los de Podemos, uno de cuyos principales méritos ha sido precisamente reintroducir con gran vigor la ética pública en la agenda política, no pueden desconocer que Espinar se lucró pudiendo no haberlo hecho y de ese modo favorecer al siguiente joven de la lista de espera. No sería fácil encontrar a alguien que no hubiera hecho lo mismo que hizo Espinar, pero tampoco es fácil encontrar a gente con una vara tan estricta como la suya para medir la virtud ajena. La virtud es bella, pero también es vengativa... si se abusa de ella.

Ciertamente, el 'caso Espinar' como en su día el 'caso Errejón' son casos absolutamente menores. Calderilla. Cualquier corrupto de la derecha se estará tronchando de risa al ver cómo se las gastan estos desgraciados de la izquierda en materia de chanchulleo. El contrato a distancia de Errejón en la Universidad de Málaga o el piso deshabitado de Espinar en Alcobendas son, como diría Rajoy, ‘chuches’: lo malo es que el precio de las ‘chuches’ se ha puesto por las nubes, sobre todo el precio de las ‘chuches’ de la izquierda, y lo malo también –o lo bueno– es que a esa hiperinflación ha contribuido decisivamente Podemos.

¿Debe dimitir Ramón Espinar? Depende. Todo depende: con la vara de medir del PP, por supuesto que no; con la vara de medir de Podemos, por supuesto que sí. ¿Y con la vara del Gran Capital? Imposible saberlo porque el Gran Capital nunca ha tenido vara de medir para estas cosas. Y hace muy bien porque le va en ello su ser mismo: si la tuviera, nunca podría ser Gran Capital.