Llegas después de un día de esos en el trabajo. Abres la puerta y te encuentras un mercadillo. Chaquetas, unos zapatos, varios libros y discos, una lata vacía, una bolsa de papel de alguna compra reciente. Vas a la cocina y allí todo es mucho peor. Al desolador panorama de patos y vasos sucios desperdigados se le une cierto olorcillo sospechoso. Es tu casa. ¿Qué vas a hacer?

Hogares inhabitables

Las prisas y la pereza convierten muchas veces nuestros propios hogares en lugares inhabitables. Estresantes. En los que nada está en su lugar y siempre hay algo que hacer. Y recogerlo todo se nos antoja una labor tan titánica que ni nos planteamos acometerla. Menos mal que la usuaria de Twitter @gemagoldie ha compartido una serie de consejos con los que quizá podamos sobrevivir. La clave parece estar en tomárselo con calma. Aceptar que nuestra casa siempre tendrá una cuota de caos y que el truco es reducirla a base de pequeños gestos. El primero evidentemente es hacer la cama. Sí, hemos hablado de pequeños gestos y hacer la cama implica complejas maniobras y un constante ir y venir. Pero el resultado es un subidón que ayuda a afrontar el resto del día con la mentalidad de una abeja obrera. Además, aunque el resto de la habitación sea zona catastrófica, la cama hecha le da al lugar un aspecto más recogido y limpio. La psicología es importante en este proceso.

Menos Facebook y más recoger

Mientras esperas a que se caliente el café deja de mirar tus perfiles sociales y haz algo útil. Todos esos vasos sucios, ¿por qué no los metes en el fregadero? Van a seguir sucios igual, pero al menos estarán todos concentrados en un sitio. No, no te vamos a decir que los friegues. Eso en otro momento. Hemos dicho que eran pequeños gestos y tu café ya está caliente. La idea es que intentemos que las superficies que nos rodean estén lo más libres posibles. En la cocina o en la oficina. Según @gemmagoldie así que consigue paz mental. Y si además queremos también estar sanos físicamente, nos recomienda que echemos un vistazo al frigorífico cuando vayamos a hacer la cena y tiremos por fin ese cultivo de hongos que en su día fue una salsa romesco y la compleja flora bacteriana que habita en el jamón de York. Pequeños gestos cotidianos, la mayoría de las veces cuando no hacemos nada más que mirar al móvil, pueden significar una gran diferencia. En nuestros propios hogares.