Un objeto cotidiano. Quizá el más común que se pueda encontrar en una casa. Un plato o mejor dicho un bol. Una pieza de 16 centímetros, prácticamente irrelevante. Pero cuando a un objeto de este tipo se le une el tiempo, su valor crece hasta la locura.

Para limpiar pinceles

Exactamente hasta los 38 millones de dólares. Sí, esa es la cantidad que un coleccionista anónimo pagó la semana pasada por un bol en una subasta realizada en Hong Kong. Evidentemente no estamos hablando de una pieza de Ikea. En realidad se trata de un objeto rarísimo. Una de las pocas piezas de la dinastía Song que se conserva. Este tipo de cerámica se produjo durante muy poco tiempo, alrededor de dos décadas, motivo por el que quedan muy pocas obras del periodo. A esta excepcionalidad se le une otro hecho: el bol en cuestión tiene más de 900 años, aunque su estado de conservación es óptimo. Además, este tazón es un ejemplo perfecto de la cerámica de aquella época. Tintado en un esmalte verdeazulado que con el paso del tiempo se cuartea, dándole el característico aspecto de hielo roto. En sus días, el bol se utilizó para limpiar los pinceles de alguno de los habitantes del palacio imperial.

Supera un récord Ming

La puja fue uno de los momento estrella de la subasta. Después de veinte minutos de tensa disputa, un coleccionista privado que no quiso revelar su identidad se llevó el gato al agua por una cifra mareante. Los 38 millones de dólares que suponen un nuevo récord mundial en este tipo de transacciones. Hasta entonces, el mayor valor alcanzado en un a subasta por una pieza similar fue una gallina de loza de la más conocida dinastía Ming que se vendió por un precio de 36 millones de dólares en 2014.