Hay tres cosas a las que una debería dedicarle el fin de semana en Barcelona: Los vermús, la cultura y sus calles. Además, este consejo es fantástico porque es atemporal. Da igual cuándo lo leas: bébete un vermú, haz algo cultural y vete a pasear. Es el ABC barceloní; todo lo demás que te hayan dicho que hay que hacer en Barcelona acabará llegando si empiezas por aquí.

Los sacros vermús

Barcelona está arraigada en costumbres que nadie recuerda exactamente cuándo empezaron. Una de ella es el vermú, que se ha ido popularizando cada vez más desde mi llegada tres años atrás. Aquí, el tradicional es el negro y de la casa, que suele ser algún catalán, preferiblemente de Reus. Puedes encontrar vermús mejores y peores, que rondarán entre los dos y cinco euros, en prácticamente cualquier bar decente que abra a mediodía. Pero lo más interesante no es la bebida en sí, sino el ritual que sea ha creado alrededor. Para empezar, aquello de 'la hora del vermú' que durante muchos años fue más un concepto que un hecho literal, es ahora una guía básica de supervivencia barcelonesa: Tienes que encontrar una hora a la semana para hacer un vermú, unas patatas y unas aceitunas con salsa espinaler. Sino, no eres considerado parte de la sociedad (elemento dramático, no nos vayamos a espantar) A tal ritual le añades las terrazas al sol puramente mediterráneas que ocupan todo metro cuadrado libre de Barcelona y el resultado es una tradición a la que te engancharás enseguida y amarás.

Ciudad de cultura

Quien no hace algo cultural, aquí en Barcelona, es porque no quiere. El otro día un amigo confesaba que jamás había ido al teatro en la Condal y que le daba vergüenza, pues jamás había visto tantos teatros juntos. Es cierto: Barcelona tiene una cantidad de teatros increíbles, repartidos por todos sus barrios y con una oferta inigualable: Desde las producciones más vanguardistas en la Sala Beckett hasta el Teatro más DIY de la ciudad materializado en 'Autónomos: El musical'. Pero el teatro no lo es todo. Barcelona dispone de un amplio catálogo de museos y sala de exposiciones para todos los gustos. Además, es muy fácil entrar la mayoría de domingos del mes gratis. Desde el Museo de Historia, el MACBA o su hermano CCCB, pasando por CaixaFórum, Barcelona ofrece muchas posibilidades de pasar una tarde entre arte. Y si todo esto te parece insuficiente o aburrido o caro, siempre cabe la posibilidad de encontrarse algún concierto en un bar del Raval o de Gracia, especialmente de Jazz y Música Balcánica.

Pasear es la clave

Olvídate de mirar mapas y revisar tropocientas veces una guía de viajes para novatos. En Barcelona no tiene sentido. La mayoría de sus grandes monumentos están desvirtuados por la sobreexposición mediática: aunque jamás hayas pisado Barcelona, es probable que tengas en tu cabeza una imagen nítida de la Sagrada Familia. Todos conocemos las joyas turísticas, pero Barcelona es muchísimo más que eso. Barcelona es una de esas ciudades Frankestein: está construida a partir de miembros distintos, con historias propias y tipologías muy diferentes entre sí. Dentro de la misma ciudad hay una diferencia abismal entre la derecha o la izquierda del Ensanche o el Clot junto a Sants. Todo tiene un encanto único que vale la pena descubrir sin ninguna expectativa. Barcelona es experta en las peculiaridades. Está plagada de pasajes, calles semi-privadas que no todas las ciudades tienen. Tiene un barrio mediaval junto al Ensanche más puro. En una misma tarde puedes descubrir un garito del Raval y otro del Borne y encontrar dos mundos absolutamente diferentes. No te entretengas a leer guías, déjate llevar por el instinto. Un último consejo: en la Ciudad Condal siempre hay que mirar hacia arriba. Todos sus secretos van más allá del suelo. Los edificios más bonitos lo son por su fachada superior, los mejores cielos los regala el invierno Barcelonés y siempre hay algún huevo de pascua escondido donde jamás te lo podrías haber imaginado. Imagen para Pixabay en CC