Resolver por fin un gran misterio que lleva cinco siglos devanando los sesos de expertos de las más diversas materias, debe ser un sentimiento agridulce. Primero la alegría y satisfacción de conseguir desentrañar lo que nadie había logrado antes. Por otro lado, la sensación de decepción.

Seis siglos de misterio

Porque mucho se ha escrito sobre el Códice Voynich. Se trata de un libro manuscrito hace más de 600 años. Una especie de tratado sobre plantas y seres extraños. Pero si extraños son sus dibujos mucho más lo es el lenguaje en el que está escrito. Una serie de signos que forman lo que aparentemente era palabras. Largas frases que parecían tener algún sentido gramatical, pero que nadie había conseguido descrifrar. Hasta ahora no se había descubierto ni una sola letra del Códice. Pero para eso están las máquinas. Expertos de la universidad de Alberta se propusieron acabar con el misterio. Y para ello echaron mano de las últimas tecnologías. En concreto, claro, de la inteligencia artificial.

Y la solución es...

Los investigadores diseñaron un sistema capaz de descomponer el lenguaje humano. A sus distintas gramáticas, inflexiones y palabras. A este programa le expusieron la Declaración de Derechos Humanos en 400 idiomas diferentes, vigente o ya en desuso. Y después de pensarlo un poco la IA determinó que el Códice Voynich está escrito en hebreo y no es árabe como se sospechaba. Que los signos incompresibles corresponden a letras escritas en ese idioma. Pero no es tan sencillo. Saber en qué idioma está escrito es un gran avance para poder leerlo, pero solo el primer paso. Porque otro de los hallazgos es que el manuscrito se redactó mediante alfagramas. Es decir, cada palabra está descompuesta y sus letras colocadas en orden alfabético. Del alfabeto hebreo se entiende. Así que ahora el reto es seleccionar cada una de las palabras e ir recolocando las letras hasta que la frase entera tenga sentido. Que no cunda el pánica, no es nada que una máquina bien diseñada no pueda hacer.