¿Le ha pasado? Conoce a alguien que le da buena espina, confían en él, avanza si hay un posible negocio o proyecto entre las manos de ambos. O al revés, al ver por por primera vez a una persona siente cierto rechazo y prefiere pasar página y no volver a cruzársela. Un nuevo experimento de la Universidad de Psicología de Nueva York, publicado en  Proceedings of the National Academy of Sciences, ha encontrado una explicación a todo esto. A por qué nos fiamos de algunos extraños nada más conocerlos, mientras que con otros preferimos poner distancia.

El parecido con otros, determinante

Para obtener sus hallazgos, los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos basados en juegos en los que los participantes tenían que decidir sobre la credibilidad de sus compañeros. Y todo es muy empírico, nace de la experiencia, de nuestras vivencias previas. Y del parecido de aquellos con quienes nos cruzamos con otras personas que con las que ya hemos convivido.
Así, si un extraño nos recuerda a alguien en quien confiamos, esto nos predispone a confiar en él. Pero si nos recuerda a alguien en quien no confiamos, entonces el condicionamiento será a la inversa, le creeremos menos.
Y sí, a menudo decidimos en un primer vistazo nuestra opinión de una persona, incluso sin tener gran cantidad de información de ella. No es tanto intuición como cuestión de referencias e interacciones personales.  
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  Los científicos examinaron la actividad cerebral de los jugadores mientras tomaban estas decisiones. Los participantes recibieron 10 dólares para invertir con tres posibles "socios", cada uno de los cuales estaba representado por un tiro en la cabeza diferente en la pantalla de un ordenador. Cualquier dinero invertido con un socio se cuadruplicó automáticamente (una inversión de 2.50 con cualquier socio arrojaría un rendimiento de 10, por ejemplo), momento en el cual el socio podría dividir la ganancia con el jugador o quedarse con todo.
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  Ahí, vieron cómo cuando decidían si confiaban en les extraños o no, los jugadores utilizaban la misma zona cerebral que cuando realizaron el primer juego. Estaba involucrada la amígdala, una región importante en el aprendizaje emocional. A mayor similitud en la actividad neuronal entre el primer aprendizaje de gente en la que no confiar y la decisión de creer a un extraño, más sujetos decidían no creerle.

Relación con Pavlov

Los científicos describen el fenómeno como una respuesta "pavloviana", por las regiones de aprendizaje emocional de su cerebro. Ciertas partes del cerebro están condicionadas a confiar en los demás ,gracias a su parecido con caras amigables. "Nuestro estudio revela que se desconfía de los extraños incluso cuando se parecen mínimamente a alguien previamente asociado con un comportamiento inmoral", dijo en un comunicado el autor principal del estudio Oriel FeldmanHall, profesor asistente en el Departamento de Ciencias Cognitivas, Lingüísticas y Psicológicas de la Universidad de Brown. "Al igual que el perro de Pavlov, quien, a pesar de estar condicionado a una sola campana, continúa salivando a las campanas que tienen tonos similares, utilizamos información sobre el carácter moral de una persona ...como un mecanismo básico de aprendizaje pavloviano para emitir juicios sobre extraños". El estudio confirma así la capacidad adaptativa del cerebro, cómo funciona, en gran medida, por aprendizaje. Y demuestra que esto no solo se aplica a nuestro desarrollo personal, también a cuestiones y referencias morales.  

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