Sus componentes de origen natural, que se encuentran en los fertilizantes, hacen que no dañe el medio ambiente cuando se desechada en la tierra, a diferencia de las pilas de toda la vida, que contienen metales y aleaciones de zinc de difícil reciclaje, y originan el 93% del Mercurio en la basura domestica, el 47% del Zinc, del 48% del Cadmio o del 22% del Níquel.

Un método por desarrollar

La ha desarrollado la compañía japonesa de telecomunicaciones Nippon Telegraph & Telephone (NTT), que probó la seguridad del sistema enterrando fragmentos de pilas usadas, en proporciones diferentes (desde 0,25 a un gramo), en la tierra de algunas macetas, y constató con ello que éstos no afectaban negativamente al crecimiento de los vegetales plantados en ellas, cosa que, en cambio, sí ocurría al introducir fragmentos de pilas convencionales.

Con todo, la empresa ha informado de que continuará investigando para perfeccionar esta iniciativa, porque, por ahora, tiene una capacidad limitada para su comercialización. También ha afirmado que planea desarrollar en el futuro sensores biodegradables que puedan ser desechados en la tierra sin dañar al medio ambiente.

El problema de contaminación de las pilas

Mientras esperamos que se popularice el uso de una pila que puede enterrarse en la tierra sin riesgo tóxico, nos queda la importancia de destruir de forma adecuada una pila convencional cuando termina su vida útil. De lo contrario, derramarse los electrolitos internos de las pilas, arrastrarán los metales pesados de su composición, y esos componentes tóxicos se filtrarán en la tierra, en las capas subterráneas de agua, mares y, por supuesto, acabaremos absorbiéndolos los seres humanos.

Cómo reciclar las pilas

Las pilas deben tirarse a puntos limpios, y no junto a la basura común, o por desagües. Tampoco deben enterrarse. Y en la medida de lo posible, se debe optar por pilas recargables, que pueden sustituir 300 desechables, así como optar por productos que puedan funcionar con energía solar o electricidad.