Lo vemos una y otra vez sobre el mapa y lo percibimos inmutable. Pero nada más lejos de la realidad. La superficie de la Tierra está viva. Poco a poco se desplaza, moviendo los continentes en una deriva que ha alterado la imagen de nuestro planeta desde su formación. Desde aquella masa de tierra emergida llamada Pangea hasta nuestros días.

Una grieta kilométrica

O mejor dicho, por toda la eternidad. Porque los continentes seguirán moviéndose mucho tiempo después de que nosotros hayamos desaparecido. Puede ser que no lo notemos, pero a veces ciertos acontecimientos nos lo demuestran. Ahora en África tenemos otro ejemplo. La pasada semana, después de unos días de intensas lluvias, una enorme grieta se abrió en el suelo africano. En una aldea de Kenia fue el primer lugar en el que se advirtió, pero ahora, la zanja ocupa varios kilómetros de largo y de dos a diez metros de ancho. La grieta coincide casi en toda su extensión con el valle del Rift que recorre África Oriental y atraviesa Tanzania, Kenia, Etiopía y Egipto. La dinámica de placas que domina esta zona es conocida desde hace tiempo. Los geólogos son conscientes de que esa parte del continente se está separando del resto. Pero sucesos como este ponen cara a un fenómeno invisible.

50 millones de años

Según los expertos, la abertura de esta fisura se inició hace 30 millones de años y se va abriendo a razón de unos 5 centímetros al año. En ocasiones, como esta, el desplazamiento deja partes de la superficie literalmente en el aire. Las lluvias torrenciales pueden hacer que se derrumbe sobre la grieta abierta. No hay prisa. Hasta dentro de otros 50 millones de años el continente africano seguirá siendo uno, aunque en ciertas regiones, como el Afar etíope la ruptura de la litosfera es prácticamente completa. Cuando acabe de abrirse, el océano ocupará el lugar dejado por la tierra en movimientos y la división de África será un hecho.