Venga, lo digo. A mí me gusta la Navidad. Un montón, la verdad. Soy de las que ven cuatro luces bien puestas en diciembre y se le queda cara de felicidad. Tengo un árbol de dos metros diez, ¿sabéis? Hoy en día lo habitual es que la Navidad no guste. Lo puedo entender. La hemos convertido en sinónimo de compromiso, consumismo y desfase. Pero que la gente la viva así no implica que esa sea la única Navidad existente. De hecho, a mí me gusta mucho encontrarle nuevas formas a la Navidad. Para empezar, tener unas 'fechas señaladas' me parece fantástico. A la gente le resulta muy artificioso comportarse de una manera determinada sólo porque se tratan de ciertas fechas. A mí me va estupendamente para organizarme. Soy un terrible desastre que necesita fecha de entrega hasta para ir al baño. Que las Navidades tenga unos días determinados es la excusa perfecta que necesito para organizarme. Así que, muy, muy a favor de 'los cuatro días señalados'. Dicen que la Navidad consiste en gastar. Ya se sabe, toda esa parte de comprar los regalos. No obstante, yo creo que eso es una cuestión de cómo nos planeamos los detalles que hacemos a nuestros seres queridos.
Que nosotros nos veamos en la obligación de comprar cosas es por cómo entendemos los regalos, no la Navidad. Un regalo puede ser igual de efectivo siendo simbólico o hecho a mano. Al final, lo importante es la ilusión que le pones.
Finalmente, no me parece especialmente terrible que nos volquemos con ilusión a las Navidades. Somos expertos en buscar excusas para celebrar pequeñas cotidianidades: Año nuevo, un ascenso, los cumpleaños... De acuerdo, hay culturas y religiones que viven estas fechas de maneras muy distintas, pero nosotros, que estamos inmersos en el calendario católico, tal vez podamos aprovechar que existen estos días para empaparnos de ilusión.
En mi opinión, una excusa para tener ilusión difícilmente puede ser mala. Sí, jugamos con artificios. Pero eso con todo en la vida.
Así que encontrar cuatro días (literales) para sonreír no puede ser tan terrible. Y si no te gusta la Navidad, encuentra otros cuatro días para tener una excusa tonta para ser feliz... y déjanos a los otros morirnos de la ilusión. Imagen de Pixabay en CC por Rita.