No dejarse nada por decir es una de esas necesidades intrínsecas humanas que nos forjan como especie. Lo digo poque es curioso cómo necesitamos hablarnos y asegurar día a día nuestras relaciones; más aún hoy, con la hiperconectividad con la que vivimos. Pero es curioso que, a pesar de todo, lo que nos haya podido pasar durante el camino, siempre existirán personas con las que tengamos ese café pendiente.

El café que reúne

El café pendiente no es más que la excusa para sentarse a hablar con alguien con quien no puedes hacerlo habitualmente. Es esa necesidad de bajar a la tierra esa conversación que se quedó en el aire. En cierta manera, es el momento de la honestidad; primero, hacia uno mismo reconociendo sentimientos que no puedes ignorar; segundo, hacia la otra persona en cuestión, con la que aún puede haber tensiones (no necesariamente negativas) por resolver.

Punto número 1: honestidad

Ser honesto con uno mismo es necesario. Reconocer, mucho más allá del orgullo, necesidades y deseos. Parar a contemplarse a uno mismo y comprenderse desde la sinceridad desenmascarando tabús y miedos. Normalmente, aceptar con la máxima sinceridad que los sentimientos y las situaciones son más complejas de lo que una querría, pero eso no significa que no haya que luchar por ello.
Yo tengo una máxima en mi vida: "los sentimientos son de quien los crea"; es decir, la persona que inspira un sentimiento determinado debe conocerlo, pues ese sentimiento es obra suya. Es por ello que creo en la honestidad por encima de todo y, también, por lo que no me da miedo dialogar con mis sentimientos y expresarlos.
Pero, a veces, la vida tiene esa forma de dar giros y cambiar los planes que te impide, incluso, comprender qué ocurre dentro de ti. Entonces, la otra persona en cuestión puede alejarse y entre los dos arrastrar una especia de luto en el que se suele mezclar despecho, orgullo, tristeza y, sobretodo, incomprensión. Si nos quitamos todas las ataduras mentales y emocionales que nos detienen, si miramos con la vista clara a la otra persona... tal vez descubramos que tenemos mucho que decirnos, que confesar, que aceptar.

Permíte dejarte llevar por la situación

Es por ello que los cafés son la excusa perfecta. Nos decimos "tenemos un café pendiente" para no ser directos y decir la verdad: "tenemos mucho de lo que hablar, vamos a buscar una excusa fácil para vernos". Al fin y al cabo, un café es atractivo: está caliente, hay de muchos tipos, se toma en cualquier lugar. Sinceramente, soy dada a estas reuniones nostálgicas. Una vez más, los sentimientos son de quien los crea; no puedo simplemente callarme y aceptar que no podré reconocer lo que siento. Y todo sin miedo al error: no hay nada malo en sentir y en ser honesto. Nadie se equivoca. Nos escuchamos mutuamente y constrimos una historia entre la personas involucradas, pero no se juzga. Los buenos sentimientos no pueden ser nada más que bonitos.   Imagen en CC de Pixabay por Amy