Estoy tumbada en el suelo del salón de casa. Mi gata acaba de pasar por encima de mi barriga sin considerar que me está aplastando órganos vitales. Suena el teléfono fijo, pero me quedo mirando la pantalla en blanco del procesador de texto. Me corre más prisa escribir el post que no contestar al telefóno. Y, por cierto, ¿quién sigue llamando al fijo en 2017?

Una mañana sin inspiración

En lo que llevo de mañana juraría haber empezado 15 artículos: Cinco pasos para sentirte mejor a pesar de la depresión, los corazones rotos no están tan mal, cómo superar que llamaste borracha a tu ex y... Vaya, que llevo una mañana pensando en todas las cosas maravillosas que he hecho últimamente. Pero ningún artículo consigue superar los dos párrafos. Porque superar los dos párrafos es importante. Es donde se sabe que un artículo va a algún lado. Y ahora que yo he superado los dos párrafos, prosigo con mi historia. Como decía, ningún artículo se desarrolla y yo me estoy impacientando por momentos. Tengo la presión de hacerlo bien. No por nadie, sino por mí misma, pues últimamente las letras y yo hemos estado de capa caída y necesito un empujoncito. Algo que me anime a escribir con tanta facilidad como sé que puedo. Así que, antes de pegarle un puñetazo a la pantalla del portátil, lo aparto, me calzo las chanclas y voy en busca de mi libreta.

Un agradable paseíto todo lo cura

Cualquier repipi moderno sabelotodo sabe que en papel las cosas siempre salen mejor. Así que rescato mi libreta del montón de trastos que me atrevo a llamar "mis cosas" y pienso en que me hace falta aire. Escribir en la calle es siempre maravilloso. Mi hermosa torpeza existencial me lleva a olvidar muy convenientemente que es la 13.00h de julio en el hemisferio norte. Resumen, que estar en la calle es equivalente a estar en el peor círculo del infierno. Pero no creáis que me rindo. Años viviendo en la misma ciudad han hecho que sea capaz de crear una ruta fresca y llena de sombra. Aunque, spoiler alert, sigue siendo la 13.00h de julio y el calor se va a sufrir igual. Caminando, voy pensando en qué podria hablar. De qué ha hablado el mundo esta semana, de Frida Kahlo: semi diosa a la que yo no podría hacer honor ni aunque escribiera cien años; debates políticos para arrancarse el pelo de la desesperación, de que hace calor... pero, efectivamente, hace un calor terrible pero no creo que la gente quiera leer un artículo más sobre el calor que hace. Aunque, ¿os he dicho ya que es la 13.00h de julio y, por tanto, hace un calor de muerte?

Rincones bucólicos

Con mi muy (des)agradable pleícula fina de sudor por todo el cuerpo llego a una zona de las murallas de mi ciudad que tienen un pequeño jardín. Me siento, abro la libreta y todo empieza a resultar muy bucólico mientras pienso en grandes temas sobre los que escribir; como, por ejemplo, Frida Kahlo, de nuevo, "reconocer que uno lo está haciendo mal con todo" y "el turismo de masas nos va a destruir". Grandes temas optimistas. Cerca, hay dos niños de unos 7 años jugando. No soy fan de los niños, que es una manera elegante de pedir por favor que se alejen y MUCHO de mí. Pero uno de esos niños se me acerca sonriendo. Me enternece y le sonrío de vuelta. Incluso le saludo y es en ese preciso instante que el maldito crío me arrebata la libreta de las manos y la tira por tierra, huyendo a continuación. Todos los papeles importantes que me obstino a guardar ahí dentro salen volando por todo el jardín y, muy de cerca, le sigue mi dignidad, que acaba entre las raíces de algún árbol. Miro al niño y me recuerdo en voz alta que pegarle a esa criatura podría causarme problemas con la polícia. Así que no lo hago, pero no porque no quiera. Recojo la libreta. Y de repente, lo pienso. Caigo en lo difícil que puede llegar a ser escribir un post. En la cantidad de vivencia que hay que tragarse para conseguir un mínimo de inspiración y en lo mal que se pasa cuando se tiene un bloqueo de insparación. Me levanto de ahí y me voy, no sin mirar profundamente mal a los niños que me están haciendo burla. Madre mía, cómo odio a los niños. Pero qué bien tener algo sobre lo que escribir.   Imagen en CC de Pixabay