Quizá ocurra muchas más veces, pero no lo veamos. Un espectáculo de la naturaleza sin comparación. Pero vivimos en la sociedad de la imagen y aquello que no queda registrado, simplemente no existe. Lo bueno es que está vez sí que hay imágenes. El pasado día 14 una bola de fuego cruzó el cielo de Europa. Un meteorito de buen tamaño pudo ser visto en los cielos de Alemania, Suiza, Francia, Austria y Luxemburgo. El artefacto debía de tener el tamaño de una pelota de baloncesto, pero el destello creado en su entrada en la atmósfera a una velocidad de 70.000 kilómetros por hora iluminó el cielo durante unos segundos. La Agencia Espacial Europea emitió un comunicado en el que describía el suceso. El texto iba acompañado por una espectacular imagen. Fue la fotografía que de forma casual captó el fotógrafo británico Ollie Taylor. Taylor pretendía tomar una imagen de las montañas Dolomitas con la Osa Mayor de fondo. Después de varios intentos llegó a la conclusión de que lo mejor sería alargar la exposición para captar más luz en el atardecer de la zona de Alta Badia. Y de pronto, el meteoro compuso una imagen por la que Taylor puede pasar a la historia. Lo más curioso es que Taylor prácticamente no se dio cuenta del fenómeno, pues estaba buscando otra cámara justo en ese momento. Afortunadamente dejó la primera cámara activa. Este pequeño asteroide es solo uno más de los casi 2000 que cada día entran en la atmósfera terrestre. La posibilidad de verlos depende lógicamente de su tamaño. Pero también de su composición, de si las moléculas que lo integran reaccionan más o menos con el aire en la fricción que se produce cuando entran en nuestro entorno.