Obama trató, ya siendo un pato cojo, en su segundo mandato, de convertir la política medioambiental en una de sus prioridades. Y Donald Trump se ha propuesto desmantelar ese legado. Ayer, martes, el presidente de Estados Unidos firmó un decreto ley para anular media docena de medidas que impulsó Barack Obama para frenar el calentamiento global y cumplir el esperanzador Acuerdo de París suscrito por 200 países, aunque la orden no habla específicamente de este texto que trata de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y que entró en vigor a finales de 2016 Trump, que en Twitter ha tildado de “farsa” el cambio climático y que considera que las medidas contra él han causado una sangría en el empleo, también ha aprobado una orden ejecutiva que tiene como fin promover la producción de petróleo y carbón en Estados Unidos, porque el inquilino de la Casa Blanca la vincula a la creación de empleo. También persigue, así, al autonomía energética del país.

No al coste social del carbono

Algunos de los cambios aprobados con la firma, para la que Trump eligió como escenario la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en inglés), tendrán efecto inmediato, como la derogación de una política de 2016 que alentaba a reguladores federales a considerar el cambio climático en las revisiones ambientales, así como las directivas de Obama que obligaban a organismos gubernamentales y las fuerzas armadas a valorar el fenómeno en su planificación. El Gobierno de Trump también descarta una medición de coste social del carbono de la era de Obama que estimaba el daño económico potencial del cambio climático. Por su parte, el Departamento del Interior rescindirá la moratoria en la venta de nuevos derechos para extraer carbón en tierras federales. La semana pasada, además, Trump ya había aprobado conceder a la empresa canadiense TransCanada un permiso para para construir el polémico oleoducto Keystone XL, proyecto al que se oponen grupos ecologistas y cuya construcción prohibió el Gobierno de Obama.