Malas noticias. Vamos a morir todos. Así dicho suena un poco duro, pero no hay duda de que eso va a acabar sucediendo. Unos antes, otros después, pero nadie es inmortal. Que la medicina y la biología nos dan esperanzas. Que los avances en tratamientos y en el combate del envejecimiento celular parecen que avanzan, pero no.

No ha escapatoria

Ahora las matemáticas vienen a echar un jarro de agua fría sobre nuestras esperanzas de vivir para siempre. Y te preguntarás qué demonios tienen que decir las matemáticas sobre este tema. Parece que mucho. Al menos así lo demuestra un trabajo de la Universidad de Arizona. Joanna Masel, profesora de Ecología y Biología Evolutiva lo tiene claro: “el envejecimiento es matemáticamente inevitable. Desde el punto de vista teórico y matemático, no hay escapatoria”. Según su análisis la cuestión se dirime en dos líneas. La idea de mantener la juventud es detener le envejecimiento celular, mediante la competencia entre células. Sin embargo, en este contexto de competencia o se acumulan las células inactivas o proliferan las células cancerosas. Con estos datos elaboraron una ecuación que muestra que en algún punto de el crecimientos de unas células y otras, la vida es inviable.

Doble problema

“Puedes solucionar un problema, pero entonces surgirá el otro. Y no puedes resolver los dos al mismo tiempo. Con el paso del tiempo, las células empeorarán de cualquier de esas dos maneras y el final es inevitable. O todas las células se volverán lentas o cancerosas”, es la terrible conclusión de Masel y su equipo. Para estos investigadores, el envejecimiento y la muerte son verdades incontrovertibles. “Es algo intrínseco a todos los organismos pluricelulares”, explica la bióloga. Lo que apunta el estudio entre líneas, es que más allá de no llevar a ser inmortales, la mejor manera de alargar la vida es cuidar las células que componen nuestro cuerpo.