Las acontecimientos cósmicos están cada vez más cerca de nuestro entendimiento. Aunque su escala se nos escapa en nuestras pequeñas mentes encerradas en nuestros pequeños cuerpos sobre este pequeños planeta, lo cierto es que poco a poco podemos ir viendo y desentrañando los misterios del Universo.

Estrellas de neutrones

El último que hemos podido ver ha sido el choque de dos estrellas de neutrones. Una estrella de neutrones es el resto de una estrella como nuestro Sol pero inmensamente más masiva. Tras agotar su combustible y colapsar en una supernova, el resto que queda flotando, en principio por toda la eternidad es una estrella de este tipo. Y a eso estaban condenadas nuestras dos protagonistas si no fuera porque la irrefutable ley de la gravedad hizo de las suyas. Las dos estrellas errantes fueron atrayéndose mutuamente hasta que colisionaron.

Hace 130 millones de años

Pero esta colisión que hoy hemos visto ocurrió hace 130 millones de años. El tiempo que su eco ha tardado en recorrer la distancia hasta la Tierra. Y ese eco ha sido recibido en forma de ondas gravitacionales en el por el detector LIGO de Hanford, en Estados Unidos. Esa primera detección alertó a miles de científicos de todo el mundo. Las respuestas que esperan encontrar de este suceso son múltiples y, aseguran, muy relevantes. ¿Qué sucede después de esta colisión? ¿Qué tipo de materiales se generan a esas velocidades y temperaturas? ¿Son estos cataclismos el origen de las emisiones de rayos gamma que recorren el espacio arrasando con todo a a su paso? Del análisis de este choque los expertos esperan extraer conclusiones fiables a estas preguntas. De momento ha certificado de modo casi definitivo la existencia de las ondas gravitacionales que predijo Einstein. Una nueva frontera traspasada que nos permitirá comprender mejor los procesos físicos que rigen de igual modo en el abrigo de la Tierra que el frío del espacio profundo.