La discusión sobre las relaciones de pareja son tan viejas como el mismo ser humano. Porqué queremos a la persona con la que estamos y no nos olvidamos de ella en dos días. Si somos monógamos de modo natural o más bien es una imposición social. Qué sucede cuando esto deja de funcionar.

Parejas de perros de la pradera

Un grupo de científicos de la Universidad de Emory, en Atlanta, Estados Unidos, se han propuesto encontrar las razones fisiológicas de nuestras relaciones de pareja. Y la verdad es que sus hallazgos no son demasiado sorprendentes. Vale que para sus estudios eligieran a parejas de perros de la pradera, una de las especies animales que presentan un comportamiento monógamo durante gran parte de su vida. A partir de sus cerebros han extraído una serie de conclusiones que ahora están comprobando si son aplicables al ser humano.

Ya lo sabían nuestras abuelas

Por hacer el cuento corto, resulta que, como ya sabían nuestras abuelas, el roce hace el cariño. Es decir, el contacto físico y las relaciones sexuales activan circuitos cerebrales relacionados con la recompensa, eso que ya sabemos que funciona también en relación con las adicciones, por ejemplo. Resulta que son la oxitocina y la dopamina las que se encargan de que cada día veamos a nuestra pareja más guapa y más lista. Y que nos entre melancolía cuando pasamos tiempo sin estar juntos y rozarnos. A través de los perros de la pradera, hay otra explicación para el comportamiento humano. Resulta que hay ratones de la pradera que presentan una mayor facilidad para establecer conexiones con otros ejemplares de su especie de sexo contrario. De manera que necesitan menos tiempo para crear una pareja estable. Vamos que son los clásicos enamoradizos. Esos que todos conocemos que no pueden vivir sin pareja. No les culpéis. Es una cuestión química.