Por un momento vamos a creer en extraterrestres. Nos vale para este propósito y, total, tampoco podemos negar categóricamente su existencia. El caso es que este alienígena circula por el Universo a la velocidad de la luz hace unos 4.000 millones de años. De pronto da con un pequeño sistema planetario en los arrabales de la Vía Láctea. Lo que más le llama la atención son dos planetas gemelos. Marte y la Tierra.

Planetas gemelos

Aunque las imágenes actuales de nuestro planeta vecino lo muestran radicalmente distinto, hubo un tiempo el que su parecido a la Tierra era total. Dos esferas dominadas por el azul del agua líquida y con grandes islas rocosas. Las evidencias de océanos en Marte están bien corroboradas desde hace diez años. Las pruebas más concluyentes las ha aportado la sonda Mars Express de la Agencia Espacial Europea. Desde 2007 hasta 2017 ha estado orbitando el planeta y fotografiándolo con todo detalle. Una de estas imágenes muestra el cráter conocido como Margaritifer Terra. Este enclave se halla cerca del polo sur marciano.

Marcas sobre Marte

Este cráter esta formando por el impacto de un asteroide, pero tanto en su fondo como en sus bordes se aprecia el efecto del agua. En toda la zona permanecen rastros del flujo de líquidos. El interior del cráter, de 70 kilómetros de diámetro, muestra un fondo más claro, que se ha interpretado como el lecho rocoso que deja expuesto el efecto del agua. Las mismas señales perduran en las crestas del cráter. Terreno caótico con bloques con orientaciones diversas y con fosas entre ellos. Según los especialistas, son formación clásicas cuando, en un lapso de tiempo muy corto, el hielo se funde y al transformase en agua, arrasa con el terreno a su paso. Lo que pasó después también es conocido. Marte se enfrío más rápidamente que la Tierra debido a su tamaño y su lejanía del Sol. Su núcleo se solidificó y perdió el campo magnético. Sin esa protección, las tormentas solares barrieron su corteza y tanto su atmósfera como su agua superficial.