Hay un dispositivo tecnológico que está triunfando. Es lógico si se tienen en cuenta sus prestaciones. Se puede llevar a cualquier sitio y siempre funciona. Nunca se le acaba la batería. Contiene muchos megas de información y su uso es tan sencillo e intuitivo que hasta un niño puede utilizarlo son problema. Se trata del libro. Y parece que es insuperable.

El libro físico se vende más

Mientras otros formatos de entretenimiento y cultura atraviesan sus correspondientes crisis, el libro sigue en plena forma. Los cedés y las películas en deuvedé son prácticamente objetos del pasado. Han desaparecido a causa de los formatos digitales. Pero esto no está sucediendo con el libro. Según un estudio de Nielsen publicado por The Guardian, la venta de libros físicos continua en ascenso en Gran Bretaña. El pasado año se incrementó en un 4%, un 6% si se tiene en cuenta el gasto. Además, las ventas directas en tiendas de libros en formato tradicional ascendieron un 7%.

El libro digital se vende menos

Sin embargo, estos datos de aumento de la lectura no se reflejan en las ventas de libros en formato digital. Estas cayeron un 4%. Y se trata de una tendencia, dado que es el segundo año consecutivo que bajan las ventas de libros electrónicos. La explicación que encuentran en Nielsen es la de siempre. La gente sigue teniendo más apego a la lectura en papel que en pantalla. La explosión de la novela gráfica y la edición de grandes obras de ficción como Ve y pon un centinela de Harper Lee explican que los lectores tradicionales sigan con su tradición.

También entre los jóvenes

Pero más sorprendente es descubrir que el mismo fenómeno ocurre con los más jóvenes. Generaciones acostumbradas a obtener la mayor parte de su ocio a través de una pantalla, también prefieren el viejo papel a la hora de leer. En 2013, un estudio de la agencia de investigación Voxburner mostró que el 62% de los lectores entre 19 y 24 años preferían el libro convencional al digital. Y es que es exactamente eso lo que está ocurriendo. El libro, una vez más, supone una ruptura. En este caso, un paréntesis en un mundo de omnipresencia digital. Y un libro supone un contacto físico, táctil, con el mundo real. Algo que puede tenerse entre las manos. Y esa sensación parece que sigue siendo insuperable.